El Socialista 339 - Agosto de 2008

La primera fase de la consulta:
¿Éxito o fracaso?

Enrique Gómez Delgado

Un importante sector social se volcó a la consulta en su primera fase del 27 de julio. No solamente a votar, sino a promoverla, a prepararla, a garantizarla. Existía una gran disposición de hacer lo que se tuviera que hacer, pues la defensa del petróleo cala muy hondo en la conciencia de millones de mexicanos, que claramente están en contra de su privatización. Un millón y medio de votos, más del 80 por ciento de los cuales estuvieron totalmente en contra del proyecto de Calderón, no son nada despreciables. Sin embargo, al mismo tiempo es una cantidad de participantes claramente insuficiente.

Pero sería injusto concluir que el resultado sólo dependía de la disposición de la gente, pues en realidad la consulta recibió varios golpes aún antes de su realización: el primero y más importante fue el anuncio de la presentación de la iniciativa petrolera del PRI, que fue recibida con júbilo por parte de los senadores del PAN, pero también de un buen sector del PRD, principal promotor de la consulta. El Senador perredista Graco Ramírez, sin ningún pudor, salió a ensalzar la propuesta priísta, destacando las enormes coincidencias con la suya y señalando que tanto la bancada del PRI como la del PRD en el Senado trabajarán por convencer a la fracción parlamentaria del PAN que ellos tienen la mejor propuesta.

A ello se sumó un pacto entre los presidentes de los tres partidos, donde anunciaron que buscarán un proyecto de consenso, “respetando el proceso legislativo”. Es decir, buscarán negociar en las comisiones para llegar a un solo proyecto, en el periodo normal del Congreso, sin “albazos” ni “tribunazos”.

Si para su aprobación sólo necesitaban los votos del PRI y el PAN, el que un sector del PRD, el de la mal llamada Nueva Izquierda se sume con entusiasmo al acuerdo, les facilita enormemente la difícil tarea de privatizar el petróleo, logrando una importante “legitimidad”.

Así, un sector importante del PRD traicionó su propia propuesta, la consulta recibió un golpe político sólido, porque estando centrada en el proyecto de Felipe Calderón, quedaba un tanto descolocada ante ese nuevo proyecto priísta.

Además, importantes dirigentes del PRD, como Ruth Zavaleta, Cuauhtémoc Cárdenas o el propio presidente interino del PRD, Acosta Naranjo, salieron a criticar la consulta o, de plano, a descalificarla. Por ejemplo, Zavaleta declaró, en su característico estilo, que sus resultados no representabn una obligación para los diputados del PRD (¡!). O Cárdenas, quien declaró que las preguntas estaban mal formuladas; en lo que por cierto tiene razón, pero hacerlo precisamente unos días antes de la realización de este importante ejercicio suena a deliberado sabotaje.

Es evidente que la consulta es víctima de la profunda crisis del PRD, que ahora paga el hecho de que su elección interna se convirtiera en una repulsiva muestra de trampas entre sus propias fuerzas en su lucha por controlar burocráticamente su partido.

Sin embargo, esto no afecta sólo al PRD, sino a todos aquellos que vimos la consulta como una medida correcta ante la evidente intención de privatizar el petróleo por parte del gobierno de Calderón.

A esto debemos sumar la esperada andanada de ataques en todos los medios de comunicación, los comentarios tendenciosos contra el proceso, la propaganda gubernamental y un largo etcétera.

¡Y sin embargo, más de un millón y medio fue a votar! Por supuesto, el mérito fundamental es de la propia gente que tomó como suya la experiencia de ésta primera consulta. Habría que sacar todas las lecciones al respecto.

Ahora, debemos enfocar los esfuerzos en completar la consulta en el resto del país, en sumar muchos más participantes, así como preparar las acciones para el 1º de septiembre, entre las que está propuesto un Paro Cívico Nacional.

También debemos seguir exigiendo el Referéndum como un derecho constitucional para evitar que los legisladores ignoren o resten importancia  a  la opinión del pueblo.