Oaxaca.-
La mejor aportación que podemos hacer los maestros a los jóvenes,
es contarles los hechos con verdad y conciencia. Es lo que haré
al narrar cómo los maestros derrotamos el 14 de junio a las
fuerzas represivas y conservamos nuestro movimiento de lucha.
El
análisis del POS de que habría que prepararse contra
la represión
El
9 de junio, estaba en la toma de la Procuraduría General de
Justicia del Estado. Mi secretario general, el profesor Germán
Angulo, de Secundarias Técnicas de Puerto Escondido, me solicitó
fuese orador en el mitin que se efectuaría frente a ese edificio.
Ya en días anteriores con los compañeros del Colectivo
de Los Trabajadores de la Educación, Cultura y el Arte (COLTECA)
y la dirección del Partido Obrero Socialista, habíamos
elaborado algunas propuestas para el movimiento. Esto permitió
que mi intervención se centrara en la conformación de
las brigadas de autodefensa y la preparación de una huelga
o paro de carácter estatal, para preparar las condiciones de
la huelga nacional. En el punto en que hice más énfasis
fue en la organización de las brigadas de autodefensa ante
los rumores de una intervención policíaca, mostrando
cómo ejemplo los recientes acontecimientos represivos en Michoacán
y Atenco, y la explicación de que, no por ser muchos maestros
en lucha, lograríamos repelar alguna agresión si no
estábamos bien organizados. Los días siguientes transcurrieron
hasta llegar al… 14 de junio del 2006.
La
dirección sindical no previó la represión
Nos
encontrábamos en nuestro campamento bajo los portales del Palacio
de Gobierno (hoy Museo) compañeras y compañeros de la
secundaria técnica 172 de Benito Juárez, y los de Apango,
Pochutla. Escuchábamos Radio Plantón donde el Profr.
Enrique Rueda Pacheco, secretario general de la sección 22
del magisterio oaxaqueño, daba indicaciones ante la probabilidad
de una intervención policíaca y de lo que deberíamos
de hacer (tomemos en cuenta que no se prepararon las brigadas de autodefensa).
Estábamos en "alerta amarilla". Unos minutos antes
de las 4 de la madrugada se escucha en las bocinas: "alerta roja,
los granaderos nos están atacando". Se interrumpe la transmisión
de Radio Plantón, todo queda en silencio por algunos segundos,
después todos nos levantamos, recogimos nuestras cosas con
rapidez y salimos de nuestros campamentos. Ya había un mar
de compañeros que venían de las diferentes calles del
Centro Histórico para concentrarse en la plaza principal. Otros
corrían al edificio que ocupa nuestro sindicato; otros más,
a las escuelas que ya se habían asignado para tal caso.
Víctima
de un "palo amigo"
En
cuestión de segundos los granaderos estaban en la bocacalle
del Palacio de Gobierno. Tome una butaca de madera que me sirvió
como escudo, unas piedras y una lata de chile, y empecé a lanzar
los proyectiles. Otros compañeros hacían lo mismo. Los
policías nos lanzaban gases lacrimógenos, en la primera
fila de granaderos venían tres, ante la lluvia de objetos que
les lanzábamos dos retrocedieron y se quedó aislado
uno. Como yo estaba ubicado en la esquina del Palacio, vi la oportunidad
de lanzarme sobre él para tomarlo de rehén. Me abalancé,
lo atrapé, forcejeé con él. Sacó un bote
de gas y me lo roció en los ojos. Los compañeros se
acercaron y dieron de palazos, y a mi me tocó uno ("fuego
amigo"). Ante la confusión y la desorganización,
todos nos echamos a correr sin rumbo.
Me dirigí al campamento central para que me atendieran la cortada
que tenía en la cabeza. Me estaba atendiendo una doctora cuando
ya estábamos rodeados por todos lados. Me acerqué a
los compañeros que estaban abajo del kiosco y me lavé
la cabeza con un poco de agua. Se empezó nuevamente la resistencia
con los objetos que teníamos a la mano, nos fuimos de un lado
para otro en la plaza central, desorganizados, cada quien buscaba
protegerse como podía, escuchaba el llanto de los niños
con sus mamás, el gas lacrimógeno nos asfixiaba, los
ojos los teníamos hinchados, rojos, con lágrimas. Así
pasaron los minutos, veía como los granaderos destruían
todo a su paso y lo quemaban, otros granaderos rapiñaban las
cosas de los campamentos.
Se
empezó a perder el miedo, el gas se empezó a hacer familiar
a nuestro organismo, cuando nos lanzaban los gases, la indicación
era mojar las sábanas o colchas y ponerlas sobre las granadas
de gas o bien, levantarlas, teniendo la mano protegida, para regresar
las granadas contra los policías.
Proyectiles
desde helicópteros, como en Irak
Ya
estaba amaneciendo y la resistencia se estaba organizando, se empezaban
a ver los grupos de autodefensa que empezamos a resistir. Además
de intentar recuperar la plaza, el corazón político
de nuestro estado de Oaxaca, tomamos la calle de Bustamante. Los granaderos
nos hicieron correr, les dimos la vuelta por la calle de Las Casas,
empezamos a construir barricadas a la altura de la tienda Milano y
la Farmacia del Ahorro, detrás del Palacio. Los granaderos
nos siguieron lanzando gases, pero cada proyectil era regresado a
los granaderos, les empezamos a lanzar todo lo que encontramos. Nosotros
sólo estábamos armados con palos y gritábamos
nuestras consignas: "ya cayó, ya cayó, Ulises ya
cayó", para darnos ánimos. Las brigadas de autodefensa
le gritábamos a los policías: "otra, otra, otra"
refiriéndonos a los gases lacrimógenos, los granaderos
intentaron lanzarnos a sus perros, pero al ver que algunos maestros
blandieron sus machetes, tipo Atenco, desistieron. Hubo un momento
de tregua cuando la televisora de TELERISA hizo acto de presencia
y solicitó una entrevista que fue atendida por un maestro jubilado
para que vieran que tanto jóvenes y maestros de avanzada edad
estábamos en las barricadas. Cuando se alejaron del lugar los
reporteros, armamos otra barricada, nos acercamos más a los
granaderos, escuchábamos el ruido del helicóptero que
lanzaba gases lacrimógenos y proyectiles que al tocar el suelo
provocaban un fuerte estallido como si estuviéramos en Irak.
Pasamos
a la ofensiva
Algunos
compañeros que tenían celulares, nos informaron de las
acciones en otras barricadas, de la llegada de grupos de diferentes
colonias que venían en nuestro refuerzo, de estudiantes que
secuestraron autobuses para las barricadas. Se empezaron a preparar
las primeras bombas molotov, teníamos informes constantes de
los avances de la resistencia, de las capturas de policías,
la quema de dos camionetas que trasportaron a los granaderos, etcétera.
La victoria se estaba aproximando. Hasta nos dimos tiempo para que
nos tomaran las fotos del recuerdo. Llevaba unas cuatro horas sin
atender mi herida y mi camisa absorbía la sangre. Llegamos
hasta el Centro de Salud, las doctoras que se encontraban nos invitaron
a pasar, ahí estaba la compañera Rosario que participa
en el FSODO por lo que sentimos confianza. Unos médicos me
atendieron, solamente cinco puntadas, listo, salimos del lugar y nos
trasladamos al frente de batalla. Al llegar, ya los policías
emprendían la huida, iban con las colas entre las patas, la
resistencia había vencido, recuperamos la plaza, recuperamos
nuestra dignidad y orgullo, recuperamos nuestra historia de 26 años
de lucha, recuperamos la confianza en que organizados y unidos venceremos.
(Tomado de El Socialista, Julios de 2006).
*Miembro del Comité Central del Partido Obrero Socialista (ahora
MAS).