Hoy,
21 de septiembre del 2006, es un día de emociones fuertes,
es el inicio de una epopeya oaxaqueña al Distrito Federal:
La Marcha caminata por la Dignidad de los Pueblos de Oaxaca, 14 de
junio no se olvida, al corazón político de la vida de
nuestro país.
Ya
en días anteriores nos preparamos psicológicamente para
emprender este viaje, donde los hombres y mujeres oaxaqueños
estaríamos dejando familia y amigos para exigir la destitución
del tirano Ulises Ruin Ortiz.
Al
medio día pasamos a la revisión médica y los
doctores nos diagnosticaron estar en perfectas condiciones de salud.
Con
el dictamen de salud en mano, regresamos a nuestro campamento ubicado
a un costado de la catedral.
12:30
p.m. Se le entrega la bandera nacional a la escolta integrada por
la profesoras Ethelviana Morales Félix, Aidé Santiago
Moran y a los profesores Mario Lorenzo Genasio García y Luís
Lázaro Cruz, todos de la Unión de Jubilados y Pensionados
de la sección 22 del SNTE, quienes con mucho pasión
y entrega dieron los primeros pasos para que detrás de ellos
se arroparan los más de 5 mil marchistas, quienes coreaban
con todas las fuerzas de sus pulmones el grito de guerra: "Ya
cayó, ya cayó, Ulises ya cayó".
Caminamos
por las principales calles del Centro Histórico de nuestra
capital oaxaqueña, al pasar por el palacio municipal cientos
de personas nos esperaban, mientras los vecinos salían de sus
casas. Todos nos despedían con porras, pancartas y aplausos.
La
mirada estaba fija en la calle de la División Oriente, que
nos traía el recuerdo de nuestro compañero José
Jiménez Colmenares, quien fue muerto a balazos por los pistoleros
del tirano.
Colonos
del ex Marquesado salían a despedirnos: "que Dios los
bendiga" y "fuera Ulises de Oaxaca", decían
constantemente.
12:53
p.m. La Comisión de Seguridad de la marcha solicita guardar
silencio porque nos detenemos ante la cruz de nuestro camarada. La
familia de la víctima agradece el gesto y exige justicia.
En
la esquina del hotel del magisterio, una anciana nos despide con lágrimas
en los ojos, en cada esquina grupos corean consignas, nos entregan
víveres y aplauden. Niños y niñas con pancartas
en mano apoyan a sus maestros.
Pasamos
frente al canal 9 entre barricadas de bolsas de arena y autobuses.
Es el bastión de las mujeres oaxaqueñas, la abuelita
Silvia Hermelinda Luna López de la sierra Juárez, entrega
a la escolta la imagen de la virgen de Guadalupe y bendice a los marchistas.
Los abrazos y llantos de varias personas brotaban al despedir a sus
familiares.
Al
pasar frente a las oficinas del PRI, cientos de familias aplauden
nuestro caminar, los niños y niñas nos lanzan caramelos
para endulzar nuestros sinsabores de cuatro meses de lucha. Desde
las colonias cercanas bajan cientos de personas con globos, frutas,
víveres, agua, carteles de apoyo, confetis para cargarnos de
ánimos.
13:55
p.m. Estamos en el Puente peatonal de la colina El Maestro, que está
abarrotada por una hilera de cientos de manifestantes que refrendaban
su apoyo al magisterio y a la APPO entre aplausos, consignas y entrega
de víveres.
Durante
todo el trayecto a La Villa de Etla, los automovilistas sonaban los
cláxones en solidaridad, y de las comunidades aledañas
salían los pobladores para ofrecernos su cariño y la
confianza para seguir adelante.
16:42
p.m. Al llegar a Villa de Etla, la población salió a
recibirnos como a héroes de esta epopeya que inicia.
(Tomado
de El Socialista, no. 319, noviembre de 2006)