Estamos
en Rusia, en 1902. En Rostov, una dudad alejada de la capital, Moscú,
los ferrocarrileros estallaron una huelga para exigir la reducción
de la jornada laboral y mejores condiciones de trabajo. El movimiento
fue rápidamente apoyado por el resto de trabajadores de la
región, que además de solidarizarse con sus hermanos
de clase, exigían libertad política, ya que vivían
bajo un régimen dictatorial, autocrático. Las manifestaciones
populares chocaron con la policía, así que los obreros
se armaron para defenderse y no ser apaleados. Pronto, ya no era sólo
una huelga de un gremio de trabajadores sino... una amplia insurrección
popular, según analizó Vladimir I. Lenin, el líder
socialista que, 15 años después, en 1917, gradas a que
construyó un partido político revolucioonario, pudo
encabezar una ;insurrección nacional que ;instauró la
primera República obrera en el mundo.
Por
muy alejado que estuviese de una "verdadera" insurrección
el comienzo de este movimiento al parecer puramente huelguístico,
su continuación y su final apuntan involuntariamente hacia
la idea de la insurrección. El carácter usual de los
motivos que conducen a la huelga, y la pequeñez de las reivindicaciones
presentadas por los obreros se ven amparados por una fuerza especial,
por la formidable potencia de la solidaridad del proletariado, quien
enseguida se da cuenta de que la lucha de los obreros ferroviarios
es su causa común; por su capacidad de asimilación para
las ideas políticas, y por su disposición a defender
con sus pechos, batiéndose abiertamente con las tropas, el
derecho a una vida libre que se ha convertido ya en patrimonio común
y elemental de todos los obreros pensantes. [...] A la vista de acontecimientos
de esta naturaleza contemplamos cónt0 la insurrección
armada de todo pueblo en contra de la autocracia del gobierno va madurando
no sólo como idea en las mentes y en los programas de los revolucionarios,
sino también como el paso siguiente, inevitable y prácticamente
natural, del mismo movimiento, como resultado de la creciente indignación,
de la reciente experiencia y la creciente audacia de las masas, a
quienes la realidad rusa se encarga de suministrar tan valiosas enseñanzas,
tan magnífica educación.
Paso
inevitable y natural, he dicho, y me apresuro a añadir: siempre
y cuando que no nos permitamos apartarnos ni un paso de la tarea que
avanza hacía nosotros los marxistas revolucionarios, consistente
en ayudar a estas masas, de suministrarles docenas de oradores de
calle y de dirigentes, de crear una auténtica organización
política revolucionaria combativa, capaz de orientar a las
masas…
Tomado
de Iskra, diciembre de 1902, "Nuevos acontecimientos y viejos
problemas", En Obrar completas de V. I. Lenin.
