La idea de la insurrección
V.I. Lenin

Pluma No. 5 - Invierno 2006

Estamos en Rusia, en 1902. En Rostov, una dudad alejada de la capital, Moscú, los ferrocarrileros estallaron una huelga para exigir la reducción de la jornada laboral y mejores condiciones de trabajo. El movimiento fue rápidamente apoyado por el resto de trabajadores de la región, que además de solidarizarse con sus hermanos de clase, exigían libertad política, ya que vivían bajo un régimen dictatorial, autocrático. Las manifestaciones populares chocaron con la policía, así que los obreros se armaron para defenderse y no ser apaleados. Pronto, ya no era sólo una huelga de un gremio de trabajadores sino... una amplia insurrección popular, según analizó Vladimir I. Lenin, el líder socialista que, 15 años después, en 1917, gradas a que construyó un partido político revolucioonario, pudo encabezar una ;insurrección nacional que ;instauró la primera República obrera en el mundo.

Por muy alejado que estuviese de una "verdadera" insurrección el comienzo de este movimiento al parecer puramente huelguístico, su continuación y su final apuntan involuntariamente hacia la idea de la insurrección. El carácter usual de los motivos que conducen a la huelga, y la pequeñez de las reivindicaciones presentadas por los obreros se ven amparados por una fuerza especial, por la formidable potencia de la solidaridad del proletariado, quien enseguida se da cuenta de que la lucha de los obreros ferroviarios es su causa común; por su capacidad de asimilación para las ideas políticas, y por su disposición a defender con sus pechos, batiéndose abiertamente con las tropas, el derecho a una vida libre que se ha convertido ya en patrimonio común y elemental de todos los obreros pensantes. [...] A la vista de acontecimientos de esta naturaleza contemplamos cónt0 la insurrección armada de todo pueblo en contra de la autocracia del gobierno va madurando no sólo como idea en las mentes y en los programas de los revolucionarios, sino también como el paso siguiente, inevitable y prácticamente natural, del mismo movimiento, como resultado de la creciente indignación, de la reciente experiencia y la creciente audacia de las masas, a quienes la realidad rusa se encarga de suministrar tan valiosas enseñanzas, tan magnífica educación.

Paso inevitable y natural, he dicho, y me apresuro a añadir: siempre y cuando que no nos permitamos apartarnos ni un paso de la tarea que avanza hacía nosotros los marxistas revolucionarios, consistente en ayudar a estas masas, de suministrarles docenas de oradores de calle y de dirigentes, de crear una auténtica organización política revolucionaria combativa, capaz de orientar a las masas…

Tomado de Iskra, diciembre de 1902, "Nuevos acontecimientos y viejos problemas", En Obrar completas de V. I. Lenin.