Oaxaca
se ha caracterizado, en las últimas cuatro décadas,
por constantes movimientos sociales que han enfrentado las políticas
y planes antipopulares y antidemocráticos de los gobiernos
estatales y federales, y que han cuestionado el papel decadente de
las instituciones oficiales. En el último tercio del siglo
pasado, al menos tres gobernadores cayeron producto de las protestas
de sectores populares.
Manuel
Zárate Aquino fue derribado en marzo de 1977, no sin antes
dejar regado de sangre los campos y ciudades del estado. En este movimiento
los protagonistas fueron los estudiantes, el sindicalismo independiente
y comunidades rurales, encabezados por direcciones pequeño
burguesas. A la caída de Zárate, estos liderazgos fueron
incapaces de mantener y consolidar esta victoria.
Inmediatamente
después de este importante logro, los dirigentes de la Organización
Netzahualcóyotl, del Grupo Nicolás Guillén, del
Bufete Popular Universitario, del Partido Comunista Mexicano, los
"Pingüinos" y la COCEI histórica, entraron en
abierta disputa por el control de las escuelas universitarias y la
"administración" de la Universidad Autónoma
Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Su oportunismo y deseos de control sobre las escuelas los condujo
hasta el asesinato. Como consecuencia, el gobierno estatal pudo rápidamente
recuperar la UABJO, y desatar una brutal represión contra la
Organización Netzahualcóyotl, considerada la facción
violenta en este movimiento. En contraparte, las direcciones conciliadoras,
todas las demás mencionadas, fueron generosamente recompensadas
con puestos vitalicios en esa universidad. Pero, aunque algunas direcciones
recibieron palo y otras zanahorias, de conjunto todas jugaron un papel
oportunista, pues su principal interés fue el control de la
institución y ninguna, en el poco más de un año
que duró el conflicto, presentó un programa o propuestas
para su democratización.
El
movimiento magisterial, los grupos de interés y la COCEI
En 1980 inicia el movimiento democrático magisterial y en éste
participaron diversas corrientes políticas que han degenerado
en vulgares "grupos de interés", es decir, carecen
de ideología política y se organizan sólo para
pelear por una tajada del pastel de la sección sindical, la
número 22. Algunos de éstos son los que hoy conforman
el Consejo Central de Lucha (CCL), aliado del gobierno y apadrinado
por Elba Esther Godillo, la líder charra del sindicato nacional
de maestros. Este bloque de interés se integró con tres
grupos: el Frente 1 de Mayo, cuyo antecedente se llamó Cuadernos
Magisteriales, y mucho antes, Movimiento Revolucionario del Magisterio,
corriente política estrechamente ligada al Partido Comunista
de México en los años 60s y 70s. El principal dirigente
de este grupo desde los 80s., Joel Vicente Cortés, actualmente
expulsado, ahora es parte del Comité Ejecutivo Nacional que
controla la "maestra" Gordillo.
Otro integrante del CCL es la Coordinadora Magisterial Oaxaqueña
(COMAO), de filiación mao-estalinista. A ésta y el 1
de mayo se amarró Humberto Alcalá Betanzos, miembro
prominente del PRD estatal que de manera emergente organizó,
junto con Claudio Flores, el grupo "Colectivo por la Democracia".
Los
otros grupos son PRAXIS-COCEI-PRD; la Coordinadora Democrática
del Magisterio Oaxaqueño (CODEMO), grupo en el cual se formó
Enrique Rueda Pacheco, el que, después de mantener por años
una abierta simpatía hacia la guerrilla, en los dos últimos
años se ha enrolado en el perredismo electorero.
El
último de los grupos con incidencia en el proceso democrático
del magisterio es la UTE-PC de M-FPR, corriente que ha sido parte
de todo el proceso vivido desde 1980 en la Sección 22 del magisterio.
Actualmente, junto a la CODEMO, han roto la alianza que sostuvieron
con PRAXIS-Rueda Pacheco, apenas iniciado el movimiento en el mes
de mayo, a raíz de las posturas entreguistas de éstos
últimos.
Cuando
las cámaras patronales lanzaron la propuesta de un paro empresarial,
algunos miembros de la Coordinación lo consideraron un apoyo
para el movimiento, y tramposamente pasaron el "acuerdo"
de que la APPO apoyaba esta iniciativa. Quienes impulsaron esta política
de confianza en la patronal fueron los representantes del FPR (Frente
Popular Revolucionario).
Contrariamente
a esta pifia oportunista, los representantes del pequeño y
mediano comercio, se negaron a apoyar esta iniciativa de los grandes
empresarios y se deslindarían de ellos a través de un
desplegado aparecido en el periódico Noticias.
Todos
estos grupos, a través de acuerdos de cúpula conocidos
como "amarres", se han venido repartiendo el control del
Comité Seccional. Mediante estas prácticas, que incluyen
la corrupción de la mayoría de ellos, llevaron al movimiento
magisterial a una profunda crisis política y organizativa.
Apenas
en el 2003 se reconoce abiertamente que la Sección 22 vive,
de acuerdo a una caracterización del Comité Ejecutivo
Seccional, una "crisis estructural". Pero ya desde al año
2000, nuestro partido, el POS, había diagnosticado una profunda
crisis: las direcciones de los "grupos de interés"
se negaron a reconocerlo y, peor aún, a abrir el debate para
encontrar alternativas de solución. El magisterio llegó
a las grandes batallas del año 2006 cargando con esta situación
interna adversa, causada por sus dirigentes.
Al
igual que el movimiento estudiantil-popular del 76-77, el movimiento
popular en Juchitán de principios de los 80s, que se levantó
por la defensa del voto popular y democracia, encabezado por la COCEI
(Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo), fue
corrompido y fragmentado por su propia dirección. Hoy, sus
diferentes caudillos sobreviven de la caridad de cualquier partido
electorero y se arrodillan ante URO.
En
1980, la dirección de la COCEI degeneró al electoralismo
sin principios y, cuando surgió el PRD, se integró a
este partido.
Dirigentes
que lucran
Los años 80s fueron de auge de las organizaciones sociales.
Algunos llegaron a creer que no había necesidad de partidos
revolucionarios, pues nomás había que ver la cantidad
de gente que éstas movían para descalificar cualquier
proyecto partidario de izquierda.
Para
el gobierno fue una suerte el tener que tratar con las direcciones
de estas organizaciones, pues en sus demandas se priorizaban los apoyos
económicos para proyectos sociales y uno que otro melón
para el santo del líder resolvía cualquier conflicto.
El
gobierno de Heladio Ramírez, integró en su equipo de
asesores políticos a Sócrates Campos Lemus y a un tal
Cabeza de Vaca, ambos ex dirigentes del movimiento estudiantil del
68 en el DF. Mediante ellos, maiceó a todos los lucradores
sociales que se acercaron a su reino.
El
gobernador Diódoro Carrasco mantuvo la misma orientación.
A éste le tocaría delinear la puesta en práctica
del Plan Puebla Panamá en Oaxaca, e iniciaría la "guerra
sucia" contra las organizaciones y comunidades que estorbaran
esta orientación; así, instrumentó en 1996 las
acciones "guerrilleras" en La Crucecita, e inmediatamente
después la persecución, aprehensión, torturas
y asesinatos de ciudadanos loxichas.
Por
esos días era "normal" que el gobernador declarara
a través de los medios que en Oaxaca no pasaba nada, que él
se reunía habitualmente con las direcciones de las organizaciones
sociales -algunas de las cuales hoy forman parte de la APPO- y que
todo se resolvería por la vía del diálogo. Estos
dirigentes ahora disponen de concesiones de taxis, de camionetas de
servicio de transporte, de ranchos, residencias, diputaciones, una
que otra senaduría y abultadas cuentas bancarias.
El
"maiceo" y el palo
Los movimientos sociales y políticos, han mejorado la situación
económica y social de algunos sectores, como es el caso del
magisterio, pero estos avances son mínimos o nulos para la
mayoría de la población, como es el caso de los campesinos,
indígenas, mujeres, empleados de servicios y pequeños
comerciantes.
Además,
el desempleo es creciente y los salarios, miserables. En estas condiciones
es natural la inconformidad de grandes capas de la población
y son constantes los conflictos sociales y políticos. Para
enfrentar esta situación, los gobiernos han utilizado con buenos
resultados la política del "maiceo" y, cuando ésta
falla, usan del garrote, pero en general se privilegia la negociación,
de la cual han obtenido pingües beneficios las direcciones sociales,
sindicales o políticas. Podemos afirmar que la gran mayoría
de los movimientos sociales en Oaxaca, han sido controlados a partir
de la concertacesión y la corrupción entre gobiernos
y líderes oportunistas.
La
mayoría de estos líderes, o dirigentes formados en esta
escuela, condujeron el movimiento oaxaqueño de 2006. La pregunta
ahora cae por su propio peso: ¿Era posible que en estas condiciones
y con dirigentes como estos se lograra la victoria?