Después
de sus evidentes fracasos para "pacificar" con mano dura
los conflictos sociales, primeramente ante los mineros de Sicartsa,
quienes enfrentaron valerosamente a la PFP en Lázaro Cárdenas,
Michoacán, derrotándolos a pesar de sufrir tres muertos,
y posteriormente con la brutal represión a los bravos ejidatarios
de Ateneo, que tuvo un alto costo politico, el gobierno de Vicente
Fox buscó por largos meses no intervenir en Oaxaca. Siempre
argumentó que esos eran "conflictos locales" que
no ponían en riesgo la estabilidad del país.
Pero
más allá de su evidente incapacidad política
para darse cuenta de que estos podían convertirse en graves
conflictos, por su profundo contenido revolucionario, que podrían
extenderse a otros estados, Fox tenía dos objetivos fundamentales:
En primer lugar terminar su sexenio sin la necesidad de desatar una
nueva y costosa represión, además de que tanto a él
como al panismo, le interesaba dejar correr el conflicto en Oaxaca,
que representaba un fuerte golpe al priísmo, como había
sucedido en su momento con Mario Marín, el gobernador de Puebla,
amigo y protector de pederastas, a quien el mismo candidato panista
Felipe Calderón, le llamaba durante su campaña en Puebla
el gober precioso, pues hay que tomar en cuenta de que el conflicto
en Oaxaca estalló en pleno proceso electoral. Así que
los graves conflictos de los gobernadores priístas eran totalmente
favorables para el panismo.
Durante
exactamente 100 días, tanto el presidente Fox, su ridículo
vocero y Abascal, Secretario de Gobernación, se limitaron a
"mediar" en el conflicto y declarar que éste era
de origen estatal y quien debía resolverlo era el odiado gobernador
Ulises Ruiz. Así que el14 de junio, cuando este decidió
emprender una feroz represión, solamente contaba con la policía
estatal. Tres mil efectivos, apoyados por helicópteros, que
le parecían serían una fuerza suficiente para barrer
a los miles de maestros que se encontraban ocupando el centro de Oaxaca,
en demanda de la caída del gobernador.
Y
como sabemos, los tres mil policías, no solo no pudieron desalojar
a los maestros, apoyados por el pueblo oaxaqueño, sino que
salieron en estampida, abandonando escudos, macanas y cascos, ante
el enorme empuje de los maestros.
Posteriormente, la Secretaría de Gobernación, "llamó
a privilegiar el diálogo y recordó que desde el inicio
de su mediación planteó que la negociación tendría
que ser con la autoridad estatal". ¨[1]
Todavía
el 30 de junio, dos días antes del proceso electoral, el secretario
general de la Sección 22, Enrique Rueda Pacheco se lamentaba:
"No hay nada con el IFE, con Hacienda, la Secretaría de
Educación Pública y el ISSSTE y, por lo tanto, no hay
avances. En síntesis, no hay atención del gobierno federal".
[2]
Fue
finalmente el día 30 de agosto, cuando realmente el gobierno
foxista intervino, realizando una reunión, encabezada por Carlos
Abascal, el Secretario de Gobernación, con la representación
de las distintas organizaciones de la APPO, incluyendo a la de la
Sección 22. Y aunque Abascal se cuidó de insistir en
que la caída del gobernador no estaba en la mesa de negociación,
al mismo tiempo dejaba ver que su salida era realmente la solución,
abriendo por ejemplo el día 10 de octubre, una propuesta en
la que ofrecía mediar para que la APPO se entrevistara tanto
con la comisión de Gobernación del Senado, así
como el Presidente de la Suprema Corte: "la demanda de desaparición
de poderes en Oaxaca ., está siendo atendida debidamente"
por las instancias que la normatividad vigente prevé. Además
de la cita en el Senado, el funcionario asentó el compromiso
de gestionar un encuentro "a la brevedad" entre la APPO
y el presidente de la Corte, Mariano Azuela".
[3]
Los
priístas contraatacan
Una
vez pasado el proceso electoral, al gobierno foxista parecía
darle lo mismo mantener o desbancar a Ulises Ruiz, se perfilaba una
salida, empujando a URO a renunciar o pedir licencia. Pero los gobernadores
priístas entraron al quite, era primordial mantener a Ulises
Ruiz en la gubernatura, pues de otra forma se podría iniciar
un efecto dominó, que principalmente les pegaría a ellos,
pues aún estaban vigentes las movilizaciones en Puebla.
De ahí que el 26 de septiembre, se realizara una reunión
privada entre el presidente Fox y los 11 gobernadores priístas
y el Secretario de Gobernación, Carlos Abascal, incluido Ulises
Ruiz, supuestamente para acordar una nueva estrategia en Oaxaca, consistente
en hacer una nueva oferta para el magisterio, no solo económica,
sino de incluir una reforma política, o de no prosperar la
negociación, manejaron la "posibilidad" del uso de
la fuerza para resolver el conflicto.
y
si bien es cierto, después del proceso electoral para el foxismo
Ruiz Ortiz no valía prácticamente nada, ahora se perfilaba
una jugada muy importante del priísmo: la toma de posesión
de Felipe Calderón, para la que necesitaban la presencia de
los legisladores priístas.
El
Senado se doblega ante la presión priísta
A
pesar de que el Senado, el 19 de octubre responsabilizó a Ulises
Ruiz "de haber lesionado la institucionalidad y la legalidad
en el estado, así como haber sumido a los ciudadanos en la
incertidumbre y la desesperación"[4],
se negaron a declarar la desaparición de poderes, para la que
tenía plenas facultades. Finalmente la presión priísta
había surtido su efecto, los panistas y su comparsa el PVEM,
a pesar de tener perfectamente claro de que la única solución
de fondo en Oaxaca era precisamente el remover al gobernador, pudo
más el interés de garantizar la toma de posesión
de Fecal, que todos los muertos que las huestes de asesinos del gobernador
habían provocado. Trece compañeros maestros y trabajadores,
habían caído hasta ese momento.
Incluso
los líderes panistas, tanto de la Cámara de Senadores,
Santiago Creel, como Zermeño de la de diputados, plantearon
la necesidad de que Ulises Ruiz, dejara la gubernatura, pero solamente
se trataba de declaraciones para tratar de lavar la deslavada imagen
panista ante la evidencia de una negociación oscura para garantizar
el apoyo priísta a Calderón.
Se
impone la represión
Finalmente,
después de haber jurado por dios y prometer el diálogo
y la negociación, el Secretario Abascal se decidiópor
poner un ultimátum al movimiento magis-terial: o regresan a
clases o se utilizará la fuerza pública. Aunque al mismo
tiempo ofreció un plan donde se planteaba la demanda central
de los maestros durante los últimos 26 años: la rezonificación
de sus salarios, entre otras muchas cosas, como becas, fondo de vivienda,
uniformes para los alumnos de escasos recursos, etc. El objetivo era
obvio: desactivar la columna vertebral del movimiento, la combativa
Sección 22 del magisterio. Esos miles de maestros, una verdadera
vanguardia, gracias a su dirección oportunista, fueron aislados
del resto del movimiento popular que había explotado contra
el gobernador.
Ahora
cientos de valerosos luchadores sociales fueron encarcelados, lejos
de sus familiares, en los penales de Nayarit, en La palma, o en Matamoros.
Pesan órdenes de aprehensión sobre otros 35 compañeros
y compañeras. Finalmente, el foxismo dejó claro que
de democrático solo tiene el discurso y su sucesor, se estrenó
apresando a algunos de los principales dirigentes de la APPO. El gobierno
de Fecal, el de Fox, el panismo, a final de cuentas han demostrado
que no tienen grandes diferencias con el régimen priísta
que dominó el país durant