Hablar
de la maquila es hablar de la violación de los derechos humanos
y de la súper ex-plotación del capital sobre los trabajadores
y trabajadoras. En esta industria la mayor parte del personal es femenino,
han sido muchas las mujeres que han tenido que sufrir las injusticias
y el abatimiento a las que la somete a diario este trabajo. También
han sido muchas las mujeres que han demostrado que pueden organizarse
y resistir.
Precarización
del trabajo femenino
La
maquila es un proceso de ensamblado de partes de un producto industrial
que favorece se impongan actividades demasiado específicas a
los trabajadores y trabajadoras, lo que le permite a los gerentes y
directivos ejercer sobre ellos un mayor control, ya que la concentración
del personal en la fábrica se hace más fácil. También
favorece extender la jornada laboral y establecer estándares
de producción muy rígidos, lo que provoca que se realicen
trabajos simples y devaluados que resultan en bajos salarios. La violación
a los derechos laborales y la súper explotación son entonces
inherentes a la maquila. Su objetivo es ahorrar el mayor dinero posible
a los capitalistas, prin-cipalmente en mano de obra.
La
industria maquiladora aprovecha que un sector de las mujeres proletarias
no tiene más alternativa que contratarse en ocupaciones de bajos
ingresos. Otras mujeres aceptan empleos de medio tiempo, de bajos ingresos
y sin las prestaciones de ley, en el trabajo por cuenta propia, a domicilio
y en actividades familiares no remuneradas. Estas actividades les sirven
para completar el ingreso familiar derivado de la división sexual
del trabajo.
Las
desventajas laborales que viven las mujeres se deben a la opresión
a la que históricamente han estado sometidas, que el propio capital
aprovecha para súper explotarlas a través de la discriminación
y segregación sexual (1) . Esto significa que
para el sistema capitalista la mujer sigue teniendo como tarea principal
el cuidado del hogar y de los hijos, que sus trabajos son más
simples y sólo son complementos para la economía familiar;
mientras que el hombre sigue siendo el principal proveedor de la familia,
por lo que su trabajo debe ser "más valorado".
La
instalación de las maquilas ha tendido hacia zonas rurales, en
donde estos roles tradicionales aún están más arraigados.
A
pesar de que en el mundo cada vez más mujeres se incorporan al
mercado laboral -en la industria maquiladora en nuestro país
el 54% de los obreros son mujeres (2) -, y que las
políticas de flexibilización del trabajo llevan a la precarización
del trabajo de hombres y mujeres, éstas son las más afectadas
en términos de nivel de ingreso, acceso a seguridad social, horas
trabajadas, formas de contratación, etc., lo que profundiza la
desventaja social que históricamente les afecta. Los datos sobre
la situación laboral comparada con la situación de los
hombres expresan esta realidad (3) (ver tabla):
Condición |
Hombres |
Mujeres |
No
cuentan con prestaciones |
16.6% |
47.3% |
Trabajan
de 35 a 48 horas |
36.7% |
67.5% |
Tienen
puestos de mando o gerencia
|
84.3%
|
15.7%
|
Trabajan
a destajo |
25.6% |
66.7% |
Trabajan
por contrato de tiempo u obra determinada |
13.6% |
17.1%
|
Sin
contrato |
8.5% |
10.8% |
Los
gobernantes alardean sobre las medidas que dicen haber tomado para fomentar
la equidad de género, citan acuerdos comerciales que establecen
condiciones para que hombres y mujeres sean tratados por igual; sin
embargo, esto es una ficción, ya que en una sociedad sexista,
discriminadora y explotadora es imposible aplicar tal igualdad.
Por
ejemplo, el impacto del TLCAN (Tratado de Libre Comercio para América
del Norte) en la fuerza de trabajo no ha sido uniforme para hombres
y mujeres. Como conse-cuencia de los cambios económicos y sociales,
las mujeres se incorporan con mayor velocidad que los hombres a trabajos
con remuneraciones más bajas, debido a que el libre comercio
intensifica la competencia, por lo que muchas compañías
exportadoras tratan de alcanzar mayor com-petitividad mediante trabajo
barato y eficiente, que en la mayoría de los casos es realizado
por mujeres. Las trabajadoras de la industria maquiladora perciben un
salario menor que el de los hombres (4) .
También
es común la discriminación por embarazo. En la gran mayoría
de las maquilas los gerentes piden prueba de no gravidez a sus trabajadoras,
para evitar pagar las incapacidades correspondientes, violentando así
sus derechos constitucionales (5) . Es frecuente que
los jefes de personal pidan a las obreras enseñar la toalla sanitaria
manchada, como muestra de que no están embarazadas.
La
práctica de la discriminación por embarazo tiene sus raíces
en el interés económico de las empresas matrices porque
sus costos de producción sigan siendo tan bajos como sea posible,
aunado al interés del gobierno de atraer y mantener la inversión
extranjera... sumado a la deses-peración de las mujeres por encontrar
trabajo.
El
gobierno prefiere no actuar ante denuncias de discriminación,
no al menos de manera significativa. Tampoco las trabajadoras protestan
por miedo a perder sus empleos. Las mujeres aceptan trabajar en la maquila
como único medio para sobrevivir: el 54% de ellas se reconoce
como principales proveedoras de sus familias (6) .
A
todo esto se le suma el hostigamiento sexual que sufren muchas trabajadoras,
quienes muchas veces ven como "normal" que se les acose en
el trabajo. Históricamente a las mujeres se les ha educado en
un rol social que conlleva características como la pasividad,
la complacencia y la dependencia, lo que se traduce en inferioridad
frente al rol masculino, el cual tradicionalmente detenta el poder de
controlar, de decidir y de someter. Así, en la maquila estos
roles se reproducen claramente y las trabajadoras sufren los maltratos
de quienes ostentan este poder social y laboral, y que refugiándose
en el puesto de supervisor/gerente/patrón, ejerce poder sobre
las trabajadoras en lo económico, lo laboral y lo físico.
"No
queda de otra, hay bocas que mantener"
Así
responde una obrera de la maquiladora textil Spintex, instalada en Chiapas,
perteneciente a Kamil Nacif, "el rey de la mezclilla", famoso
por la explotación y degradación que viven sus trabajadores
en Puebla y por agredir a la periodista Lidia Cacho, con ayuda del gobernador
de esa entidad. La misma obrera habla sobre las condiciones de trabajo:
"Los fines de semana trabajamos hasta 26 horas seguidas, ya que
la cantidad de prendas depende del grado de dificultad, así que
varía de 800, mil a mil 200 prendas diarias por módulo
de producción, es decir, de 4 mil 800 a 7 mil 200 prendas por
módulo a la semana. En cada módulo laboran más
o menos 10 trabajadoras. Nuestros salarios varían de 600 a mil
200 pesos a la quincena, el promedio de trabajo es de 12:30 horas diarias,
pero los viernes o los sábados cierran las puertas para que no
escapemos. Ahí amanecemos hasta acabar con la tarea. Hasta alcanzar
la meta de producción".
"Como
trabajadoras no tenemos vida personal", dice una de las obreras
de esta empresa.
Para
que las trabajadoras alcancen el nivel de productividad, el jefe de
producción amenaza y grita. La médica, por su parte, impide
que las y los trabajadores acudan directamente al IMSS y consigan alguna
incapacidad; las obreras tienen que pasar antes por su consultorio,
afirmaron trabajadoras tzotziles de esta empresa (7) .
Las
trabajadoras de estas maquiladoras son la primera generación
de obreras fabriles indígenas en la región, una generación
de trabajadores/as sin experiencia en la lucha proletaria o sindical,
que surge en un contexto mundial donde la explotación capitalista
no tiene freno.
La
resistencia tiene rostro femenino
En
la mente perversa del capitalista se piensa que al contratar a mujeres
jóvenes, indígenas o campesinas -un gran grueso de las
obreras en maquila tiene estas características- no tendrá
mayores conflictos laborales, ya que supone que son dóciles,
pasivas y fáciles de manipular.
Lo cierto es que han surgido movimientos de mujeres que se han organizado
para defender sus derechos laborales elementales, algunos de esos movimientos
han tenido éxito, y son la piedra en el zapato para los patrones,
quienes ven con temor que ese ánimo desafiante, rebelde y combativo
de las mujeres se extienda a otras fábricas. Aunque los patrones
intentan amedrentar a estas trabajadoras, despidiéndolas o amenazándolas,
no han podido evitar que se produzcan movimientos donde las mujeres
son las principales protagonistas.
Las
mujeres se han movilizado recurriendo a los métodos que la clase
trabajadora ha utilizado tradi-cionalmente: huelgas, sabotajes a la
producción, manifestaciones, paros, etc. Como ejemplo de esos
mo-vimientos podemos referirnos al de 1974, en la empresa TOKO; o en
1978 y 1979 en la Acapulco Fashion; en ambos las mujeres no sólo
tuvieron una amplia participación si no que además fueron
las dirigentes. (8)
También
ha habido movimientos en Puebla, como en Alcoa Fujikura, que en 2005
luchó por democratizar su sindicato, al sacar a la dirigente
sindical charra, quien no defendía los derechos de sus compañeros
y compañeras. En esta empresa las mujeres han jugado un papel
preponderante (9). En ese mismo año, en la empresa
maquiladora Sara Lee, ubicada en Coahuila, las trabajadoras lograron
conformar un sindicato independiente. (10)
Contra
la opresión y la explotación
La
situación de las mujeres obreras en la maquila es totalmente
desventajosa. Además, afuera del trabajo sufren la opresión
de la cultura patriarcal y otro tipo de discriminaciones.
Dentro del programa socialista debemos reivindicar demandas que permitan
a las mujeres mejorar sus condiciones laborales, pero que al mismo tiempo
respondan a problemas de género, como por ejemplo: acabar con
la discriminación en la con-tratación, garantizar el pago
de la fuerza de trabajo femenina y eliminar el trabajo sin remuneración,
promover la contratación colectiva con Seguro Social y demás
prestaciones que establece la Ley Federal del Trabajo; garantizar salarios
iguales por trabajos iguales entre mujeres y hombres, sancionar de manera
efectiva el acoso y el hostigamiento sexual, luchar por jornadas laborales
de 8 horas, pugnar por una mayor capacitación y promoción
a puestos de mayor remuneración, contar con guarderías,
incapacidades por embarazo y cuidados maternos; reconocimiento y re-glamentación
del trabajo que realizan las trabajadoras domésticas. Igual-mente
se requiere defender los derechos sindicales como la libre organización,
promoción de escuelas de formación para las mujeres trabajadoras
en horas de actividad, promover la participación sindical y política,
pugnar porque asuman puestos de dirección en los sindicatos,
entre otras reivindicaciones.
Pero
no es suficiente que se luche por estas reivindicaciones, que son inmediatas
o que sólo significan algunas mejorías en las condiciones
laborales de estas trabajadoras; esto no será suficiente para
acabar con la situación de explotación ni mucho menos
se erradicará la opresión a la que están sujetas.
Siempre que haya una sociedad en la que exista explotación existirá
algún tipo de opresión que la clase dominante aprovechará
para preservar su dominación.
La lucha de las mujeres trabajadoras de la maquila tiene que empalmarse
forzosamente con la lucha en contra del capitalismo y por una sociedad
justa, igualitaria y socialista, en la que el poder lo tenga la clase
trabajadora, esto es, mujeres y hombres proletarios. La revolución
que necesitan estas mujeres para acabar verdaderamente con las infamias
que viven, pasa por la revolución socialista, así que
las organizaciones socialistas tenemos la obligación de abrigar
la lucha de estas mujeres y convencerlas de la necesidad de que se unan
a la lucha que se propone acabar con este sistema de explotación
y miseria.
Un
país maquilador, no es un país en desarrollo |
En
México, la industria maquiladora se promueve oficialmente
desde mediados de los años sesenta como una actividad industrial
de excepción, que se localizaría en las zonas francas
de la frontera norte, libre de impuestos, dado que su producción
se destinaría al mercado externo y ayudaría a mantener
la mano de obra que ya no emigraría a los Estados Unidos.
En
los años ochenta, se anunciaba que se convertiría
en la actividad productiva más dinámica de la economía
nacional. El gobierno y las empresas presumían que sería
el modelo que impulsaría el desarrollo social y económico.
Ahora, después de 20 años nadie puede sostener esto,
más bien la maquila ha resultado ser el modelo de la pérdida
del nivel de vida, la desvalorización del empleo, sobre
todo en las condiciones laborales y en los sueldos.
A
partir de la aplicación del Tratado de Libre Comercio (TLC)
en 1994, esta industria crece rápidamente. En el gobierno
de Zedillo se establecieron cerca de mil maquiladoras, llegando
a ocupar la cuarta parte de la fuerza de trabajo en el país
(11). Para fines de 1995 comenzó el desplazamiento
regional a zonas no fronterizas: la maquila se instaló
desde Tijuana hasta Quintana Roo. En apariencia, esto era positivo
ya que significaba el aumento de empleos. Por ejemplo, en Tijuana
hay más de 800 maquiladoras, que emplean a más de
198 mil personas; la industria proporciona 45% de los trabajos
permanentes de servicios para la industria maquiladora, de acuerdo
a la Tijuana Economic Development Corporation. Pero atrás
de estas cifras se esconde la fría realidad: si en México
se extendió esta industria es por que cuenta con los salarios
más bajos en el mundo, un trabajador mexicano gana menos
que sus contrapartes en el sureste de Asia, El Salvador, Ecuador
y Honduras. La maquila está muy alejada de ser el paraíso
del empleo digno.
Paradójicamente,
en los últimos años la industria maquiladora ha
generado desempleo, debido a que hay otros países donde
la mano de obra es aún más barata, lo que ocasiona
que la competencia laboral aumente y que las condiciones de trabajo
sean aún más desfavorables. Entre octubre del 2000
-en que se alcanza el nivel de ocupación más elevado
en la maquila mexicana-, y febrero de 2002, se perdieron 278 mil
489 empleos, cifra equivalente a 20.8% de los trabajos (12)
.
El
costo de vida de los lugares donde hay maquila es más elevado:
por ejemplo, en Tijuana, las rentas son 30% más altas y
la comida cuesta 25% más. En la ciudad, 14.2% de la población
no cuenta con luz y sólo 67.5% de las casas tienen agua
entubada (13) .
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Trabajo
peligroso, violaciones de derechos constitucionales, líderes
sindicales corruptos |
En
México las empresas maquiladoras, a diferencia de los países
de origen de estas empresas, tienen ahorros que oscilan entre
60 y 70%, el mayor ahorro lo aporta lo barato de la mano de obra.
(14)
Esto es parte de la política neoliberal, que en el terreno
laboral ha puesto en boga el término de flexibilidad laboral,
cuya esencia es la productividad y la competitividad de la economía,
lo que se traduce en la reducción de los derechos laborales
y los bajos salarios de los trabajadores.
Cotidianamente las maquilas violentan los derechos constitucionales
de los trabajadoras/es; por ejemplo, el artículo 123 que
estipula que "el trabajo es un derecho y un deber sociales.
No es artículo de comercio, exige respeto para las libertades
y dignidad de quien lo presta y debe efectuarse en condiciones
que aseguren la vida, la salud y un nivel económico decoroso
para el trabajador y su familia". Lejos de esto se conocen
casos, como las de los trabajadores textiles de Puebla e Hidalgo,
cuyas jornadas de trabajo superan las 10 horas diarias, con salarios
de 250 a 900 pesos semanales.
La gran mayoría de los trabajadores no cuentan con seguridad
social y practican trabajos insalubres. Este tipo de trabajo es
peligroso, ya que la mayoría de las actividades son repetitivas,
lo que ocasiona fatiga muscular; también es común
el manejo de productos químicos, muchos de los cuales han
sido prohibidos en los países de origen de las compañías,
pero debido a que México tiene leyes laxas, las industrias
mueven su producción peligrosa a este país. Es común
ver a trabajadoras con alergias, cáncer y leucemia debido
a la falta total de protección, afirma Julia Quiñónez,
defensora de los derechos laborales de la mujer (15).
Estas condiciones son más catastróficas en las maquilas,
que son más bien talleres clandestinos y que se instalan
de una comunidad a otra, dejando a su paso devastación
ambiental y el desgaste de su población.
Los contratos colectivos de trabajo son inexistentes, en vez de
ello existen los contratos de protección que permiten a
las empresas eximirse de cualquier obligación con los trabajadores,
generando la posibilidad de aplicar medidas como paros técnicos
y la reducción de las jornadas -al igual que la reducción
a los salarios- mientras recuperan sus ganancias. Aunado a esto,
los trabajadores/as no cuentan con sindicatos que defiendan sus
derechos, son muchas las empresas que no permiten la libre organización
de su personal, y cuando lo han permitido es porque los sindicatos
creados son fantasmas, es decir, que ni siquiera los obreros y
obreras saben que existen. Estos sindicatos afiliados a la CROM
o a la CTM actúan en total complicidad con la patronal,
sin importarles lo que sucede con sus agremiados y agremiadas.
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(1)
Podemos definir a la opresión como el aprovechamiento de desigualdades
para poner en desventaja y someter a un grupo social, con base en diferencias
raciales, sexuales, nacionales o de otro tipo, que produce una situación
de desigualdad de derechos, de discriminación social, cultural
y eventualmente económica. En Una alternativa de clase para las
mujeres, Petit, Mercedes, Buenos Aires, s/f.
( 2) Personal ocupado en la industria maquiladora de exportación
según el tipo de ocupación, INEGI, junio de 2006.
(3) En la tabla se muestra el aumento porcentual en condiciones laborales
en hombres como en mujeres en términos relativos, según
datos de la Encuesta Nacional de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas,
Geografía e Informática (INEGI) de 1993 al 2004.
(4) El impacto diferenciado del libre comercio en hombres y mujeres,
Unidad de Equidad de Género, Secretaría de Economía,
2002.
(5) Artículos 4° y 123 Constitucionales.
(6) Unidad de Equidad de Género, Secretaría de Economía.
(7) Morquecho, Gaspar, Maquiladoras sobreexplotan a trabajadoras, 21/01/06.
(11) Expansión de la industria maquiladora en territorio mexicano,
Comunicación e información de la mujer, octubre del 2000.
(12) INEGI, portal electrónico, marzo del 2002.
(13) Ibidem
(8) Consuelo Pequeño Rodríguez, Expresiones de resistencia
entre trabajadoras de la industria maquiladora, Ponencia en el XXVIII
Encuentro de la Red Nacional de Investigación Urbana de la Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez.
( 9) El Socialista, periódico del POS, ahora MAS, no. 304, año
XXV, agosto de 2005.
(10) El Socialista, periódoco del POS, ahora MAS, no. 301, año
XXV, segunda quincena de febrero de 2005.
(14) Las maquiladoras ahorran hasta 70% en el país, La Jornada,
17/02/06.
(15) La lucha de una mujer por la causa de las mujeres, Comité
Fronterizo de Obreros, Confederación de Sindicatos, 14/11/05.
 
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