De
la época de las dictaduras a la crisis en las democracias
En
mayo de 1999 el Comité Central del POS (hoy MAS) elaboró
un largo documento sobre la situación política mundial.
Entre sus tesis está que el mundo vivió una fase histórica
de dictaduras, que fueron sucedidas por sistemas políticos
democráticos. La democracia fue recibida con entusiasmo por
las poblaciones de todas las latitudes, pues suponían que,
además de libertades, traería bienestar material. A
los pocos años esta esperanza se desvaneció en no pocos
países: la miseria y la pobreza no cedían, sino aumentaron,
así como el deterioro de la calidad de vida. Protestas
sociales grandes y chicas han ocurrido en casi todo el mundo
y algunas naciones se han visto estremecidas por violentas insurrecciones
que han depuesto gobiernos elegidos en urnas.
Publicamos algunos fragmentos del texto La democracia de la globalización:
conquista y trampa, en el que se analizan estos fenómenos.
3. 3 El bonapartismo, el régimen más característico
de la posguerra
Con excepción de la mayoría de los países imperialistas
y de unos pocos en el mundo semicolonial, el régimen político
característico de la posguerra fue el bonapartismo, en sus
distintos tipos: dictaduras militares o sistemas políticos
antidemocráticos basados en fuerzas armadas y/o en burocracias,
encabezados por caudillos carismáticos y autoritarios. Bajo
este tipo de dominación política vivieron la mayoría
de los seres humanos luego de la segunda guerra mundial. Todos los
países obreros [mal llamados países socialistas], en
los que vivía la tercera parte de la humanidad, tuvieron este
tipo de régimen; algunos de los países imperialistas
también lo cobijaron, y la gran mayoría de los países
coloniales, semicoloniales y dependientes. Los actores políticos
principales de esta etapa fueron, desde luego, "bonapartes":
personajes como Stalin, De Gaulle, Mao, Franco, Tito, Suharto, Perón
y Fidel Castro. Ellos ocuparon y coparon la escena política.
Aun los países que tuvieron regímenes democrático
burgueses en esta era, como los EEUU, tuvieron fuertes rasgos bonapartistas.
El autoritarismo, espíritu del bonapartismo y cáncer
moral de la época, impregnó no sólo a las instituciones
políticas sino a toda la vida social, incluyendo a la familia
y la pareja.
La
represión y la violencia no fueron los únicos mecanismos
de los regímenes bonapartistas para dominar a las masas, luego
de la segunda guerra mundial. En esta etapa la economía capitalista
prosperó --y la de la URSS y los nuevos países obreros
degenerados --, lo que permitió una mejoría relativa
en las condiciones de vida de amplios sectores de las poblaciones.
Esta bonanza económica amortiguó los conflictos sociales
y permitió que estos regímenes gozaran de una relativa
estabilidad.
3.4
Frecuentes intervenciones militares imperialistas y stalinistas
Como parte de este fenómeno bonapartista, violento, en esta
larga etapa histórica fueron frecuentes, características,
las intervenciones militares del imperialismo y el stalinismo soviético.
Cada tanto los imperialistas o los burócratas mandaban a sus
tropas a aplastar y sofocar revoluciones y rebeliones en los países
en su área de influencia.
En esta etapa, entonces, los imperialistas (en su política
exterior) y los stalinistas se expresaron fundamentalmente a través
de los métodos violentos (aunque sin poder repetir los horrores
sin parangón de la etapa anterior, cuando el fascismo y el
mismo stalinismo estaban en su esplendor, y ambos por su lado asesinaron
a decenas de millones de seres humanos).
El imperialismo y el stalinismo siguieron siendo tremendamente criminales
y asesinos, y siempre que pudieron invadieron otros países,
llevaron a cabo espantosas matanzas o las auspiciaron. Éstas,
con todo lo terrible que fueron (como la lanzada por Stalin contra
los checehenos, con cientos de miles de muertos; la habida en Indonesia,
donde hubo unas 600 mil víctimas fatales; la de Guatemala,
donde asesinaron a 200 mil; la del "Proceso" militar argentino,
donde se calculan 30 mil, y la de Chile, con 20 mil), no se comparan
con las habidas en la guerra civil española o con el genocidio
de judíos, gitanos y eslavos por los nazis, donde los muertos
fueron millones. Es que la victoria sobre el nazismo, el fascismo
y el Mikado japonés, sin destruir de cuajo la maquinaria genocida
de la contrarrevolución, si la dejó sensiblemente averiada.
La contrarrevolución de los imperialistas "democráticos"
o de los stalinistas ya no encontró espacio en esta nueva etapa
histórica para llevar a cabo carnicerías de las proporciones
de los nazis.
3.5 Una etapa histórica de revoluciones democráticas
Las revoluciones democráticas, la mayoría de ellas triunfantes,
han cambiado la faz política de la tierra. Ahora los regímenes
de democracia formal son lo más característico en el
mundo, mientras que las dictaduras son la excepción. También
son excepcionales algunos regímenes bonapartistas -como la
monarquía española- que han debido otorgar amplias libertades
políticas y civiles.
La democracia es uno de los principales signos de la situación
política mundial. Los actores políticos principales
cambian en relación con la situación anterior. Estamos
en la era de los partidos políticos que compiten en elecciones
y se enfrentan en la arena parlamentaria, todo ello dentro del "Estado
de derecho". Si la ideología en la era histórica
anterior era la devoción, el culto a la personalidad del líder,
el presidente o el comandante, ahora la democracia es la nueva religión
y el supuesto poder de los ciudadanos uno de los dogmas predilectos.
Y donde existen todavía regímenes bonapartistas, han
tenido que adoptar, por la presión democratizadora mundial
e interna, formas y mecanismos democráticos, en distinto grado
(México, Cuba, China).
Por lo que se refiere a la contrarrevolución imperialista,
los imperios yanqui y francés fueron humillados en Vietnam
y desde entonces, desde hace casi 25 años no llevan a cabo
una escalada militar en la que exista el peligro de que decenas de
miles de sus soldados puedan morir. […]
3.6
El ejército de la burocracia agoniza
Existe la tendencia a menospreciar la muerte del régimen dictatorial
de la burocracia soviética. Dado que sobre sus cenizas no se
erigió una dictadura revolucionaria del proletariado, se argumenta,
entonces tal revolución es irrelevante. Esta visión
sectaria olvida, entre otras cosas, que desde el Kremlin, luego de
la segunda gran guerra, todo lo que se ordenó fueron intervenciones
militares contrarrevolucionarias (Berlín, Hungría, Checoeslovaquia,
Afganistán) y que éstas muy probablemente no se repetirán,
al menos con la potencia que tuvieron en el pasado. […]
Capítulo
4
LA
DEMOCRACIA BURGUESA, EXPRESION DE LOS AVANCES Y LIMITES DE LA LUCHA
DEL PROLETARIADO
4.1
La democracia no es un régimen consustancial al imperialismo
Con
frecuencia se olvida o ni siquiera se repara en que el término
escogido por los marxistas para definir al capitalismo en su actual
fase de decadencia - imperialismo - significa un régimen guerrero,
agresivo, conquistador, depredador y opresor de pueblos. Por su naturaleza,
está en las antípodas de la democracia. El mismo capitalismo
en sus entrañas económicas es un régimen basado
en la necesidad de apoderarse de lo que tiene el otro, de su plus
trabajo. Capitalismo e imperialismo son en su esencia sistemas agresivos,
expoliadores y violentos.
En
su obra titulada "Terrorismo y Comunismo", León Trotsky
revive esta tesis de Marx: "El
imperialismo - escribía Marx a propósito del Imperio
de Napoleón III - es la forma más prostituida y perfecta
del Poder gubernamental, que la burguesía, al alcanzar su apogeo,
ha transformado en instrumento de opresión del trabajo por
el capital."
Y
la comenta de la siguiente manera:
"Esta
definición excede al segundo imperio francés, y abarca
al nuevo imperialismo, necesario en el mundo entero por la voracidad
del capital nacional de las grandes potencias. En el dominio económico,
el imperialismo suponía el fracaso definitivo del papel de
la pequeña burguesía; en el campo político, significaba
el aniquilamiento total de la democracia..." (40, el subrayado
es nuestro).
Esto
quiere decir que si existen actualmente regímenes de democracia
formal y libertades y derechos democráticos en la mayoría
de países del mundo, se debe fundamentalmente a la lucha de
las masas, a que los pueblos han hecho revoluciones - algunas al precio
de mucha sangre - que han derribado a dictaduras y a regímenes
autoritarios o totalitarios.
La democracia actual ha sido una gran conquista de las masas. No
es el régimen político que corresponde naturalmente a la
hegemonía capitalista ni el de las economías de "libre
mercado", como pregona con frecuencia la propaganda burguesa.
Tampoco es el régimen mediante el cual la contrarrevolución
se encuentre más cómoda o en mejores condiciones para
ejercer su dominación sobre el proletariado y las masas, como
afirman los sectarios hacia las revoluciones democráticas.
La democracia formal es un régimen de dominación contradictorio,
porque esos márgenes de libertad pueden servir para que el
proletariado actúe, se organice, se movilice, forme su partido,
eleve su conciencia de fuerza explotada y revolucionaria y ponga
en peligro al capitalismo.
4.2
Para conquistar democracia, las masas derribaron al segundo basamento
de la contrarrevolución
Decíamos que a menudo se soslaya la importancia de la caída
de los regímenes dictatoriales stalinistas. Tanto el stalinismo
como el imperialismo comparten la necesidad del mismo régimen
bonapartista, que es su sistema de dominación predilecto. Así
que la caída de los regímenes dictatoriales stalinistas
significó la destrucción del régimen con el que
la burocracia de los Estados obreros ejercía en mejores condiciones
su dominación.
La caída de estos regímenes significó una derrota
brutal e histórica para la contrarrevolución. Es un
acontecimiento tan importante como el derrumbe del nazi-fascismo en
1945, con la diferencia de que aquella derrota fue mucho más
contundente y violenta que la caída de los regímenes
dictatoriales stalinistas. Además, no cayeron todos estos regímenes
dictatoriales -aunque sí el principal, el que estaba enquistado
en la ex Unión Soviética. Pero quedaron dictaduras
stalinistas en China, Cuba, Vietnam y Corea.
No obstante estas limitaciones (y otras que analizaremos posteriormente),
la caída de los regímenes dictatoriales stalinistas
es, repetimos, un gran hecho histórico, porque cayó
otro de los pilares de la contrarrevolución mundial. Ahora
sólo queda, más o menos intacto, el imperialismo "democrático".
En
menos de 50 años, entre 1945 y 1991, el proletariado mundial
liquidó dos de los tres basamentos en que se asentaba firmemente
la contrarrevolución planetaria. Medio siglo es mucho tiempo
en la vida de un ser humano. No lo es si empleamos para medir la escala
histórica. En los próximos años el proletariado
seguirá con su tarea destructiva de la contrarrevolución,
lo que ha hecho sin prisa pero sin pausa en las últimas décadas.
Ésta no es una frase "optimista". Es simplemente
la constatación de una tendencia histórica.
4.2
La potencia de la revolución democrática es mayor
que las tendencias bonapartistas
Algunos
analistas afirman que "... vamos a un aumento de los rasgos bonapartistas
de los regímenes, de incremento de la represión y recortes
de las libertades democráticas."
Esta tesis es falsa porque confunde la necesidad que tiene la contrarrevolución
de disminuir o eliminar las libertades democráticas, con las
posibilidades reales que tiene para ello. En efecto, cada tanto vemos
que la contrarrevolución busca disminuir o suprimir derechos
políticos de la población, aunque generalmente no logra
hacerlo, pues la relación de fuerzas entre las clases no lo
permite: las masas no se dejan arrebatar las libertades y tienden
a ampliarlas.
Veamos
algunos hechos:
La aprehensión de Augusto Pinochet en Londres (sea deportado
para ser sometido a juicio a España o no), es un golpe espectacular
a los bonapartes, dictadores y genocidas, a los que lo fueron y a
los candidatos a serlo. Este hecho ha herido de muerte al bonapartismo
militar y ha tenido consecuencias inmediatas en Argentina --donde
algunos generales han sido encarcelados por su participación
en la dictadura militar de 1976-1982--; en Bolivia ha ocasionado una
crisis política en la coalición gobernante, presidida
por un antiguo genocida; y ha golpeado también sobre el régimen
stalinista de Fidel Castro en Cuba [recordemos que Fidel defendió
a Pinochet, para que no fuera juzgado por los británicos].
La tendencia es a que caigan los escasos regímenes bonapartistas
que aún quedan en el mundo. El año pasado [1998], 210
millones de indonesios conquistaron un nuevo régimen, con algunas
libertades democráticas, luego de la caída del sanguinario
Suharto. México, todavía con un régimen bonapartista,
ha visto su languidecimiento, una larga agonía en la cual se
respiran en este país algunas libertades, luego de que durante
largas décadas estuvieron sofocadas.
El llamado sexgate en que estuvo involucrado Clinton, aunque no culminó
en su destitución, ha dejado dañado el presidencialismo
en Estados Unidos. El resultado es que ni el hombre más poderoso
de la tierra goza de impunidad y podría ser juzgado y destituido
(independientemente de que las intenciones en su contra de la derecha
norteamericana eran otras).
El derecho a la autodeterminación nacional también se
va imponiendo en el mundo, como parte de este proceso de avance democrático.
La orgullosa democracia europea occidental se ha visto conmovida por
su inconsecuencia frente a las luchas de autodeterminación
nacional de los curdos y en los Balcanes, así como en el Estado
español y en Irlanda.
El
que señalemos esta tendencia hacia una mayor democratización
mundial, no significa que creamos que necesariamente continuará
así, desarrollándose evolutivamente. Es sólo
la tendencia de la coyuntura, de los próximos años,
útil para ser discutida en el siguiente congreso [de la Cuarta
Internacional]. Pero como tendencia a más largo plazo, histórica,
el imperialismo y la contrarrevolución intentarán destruir
las libertades y las garantías democráticas, e imponer
sus regímenes de fuerza. En la propia situación mundial
actual nuestros partidos tienen que estar atentos para no ser víctimas
de golpes represivos y en momentos de crisis política deben
abrir la posibilidad de que se produzcan intentos de golpes de Estado.
Y es que un documento como éste sólo puede trazar las
tendencias fundamentales, los rasgos generales del proceso político
internacional.
4.5
Alcances y límites de la conquista de libertades democráticas
En la actual etapa de la lucha de clases que estamos viviendo, el
predominio mundial de la democracia burguesa expresa el avance y
las limitaciones de la lucha internacional del proletariado y los
pueblos. Por un lado, nuestra clase ha logrado sacudirse con grandes
revoluciones y luchas los regímenes fascistas y bonapartistas con los que
el imperialismo y la contrarrevolución quisieron dominarnos
y someternos. Por otra parte, la clase trabajadora no está
conciente de que debe imponer su dictadura revolucionaria y supone
que con democracia formal es suficiente para obtener trabajo, vivienda
y condiciones de vida dignas. Es decir, el proletariado mundial actual
está ganado para una ideología ajena a sus intereses
históricos. Esta ideología está encarnada y es
difundida por partidos pequeño burgueses, que son la representación
y dirección actual de la clase obrera internacional. En palabras
del mexicano José Revueltas, nuestra clase, la trabajadora,
no tiene cabeza propia, piensa a través de la cabeza de otra
clase. En ello reside hoy lo que Trotsky llamó la "crisis
en la dirección del proletariado". En estas circunstancias
tenemos el actual predominio mundial de la democracia burguesa.
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