La
democracia, principal política de la contrarrevolución
luego de su derrota en Vietnam (Tomado
de La democracia de la globalización : conquista
y trampa, CC del POS, México, mayo de 1999).
En
un capítulo anterior hemos dicho que, mientras en el
interior de la principal potencia imperialista, Estados Unidos,
ha existido un régimen democrático burgués
(con rasgos bonapartistas y “presidencialistas”), la política
exterior de este régimen fue bonapartista, (con rasgos fascistas),
es decir, se basaba en las incursiones militares y el auspicio
de golpes de Estado y matanzas.
La
Revolución Cubana (y el fracaso de la contra de ese
país en Bahía de Cochinos) empezó a minar
esta política. Sin renunciar a los métodos violentos,
el presidente yanqui John F. Kennedy puso en marcha la “Alianza
para el Progreso”, con el objetivo de que las concesiones económicas
a las masas latinoamericanas que incluía este programa,
contuvieran la potente onda expansiva libertaria generada desde
la isla antillana.
La
derrota de Francia y luego de los EEUU en Vietnam causó una
crisis aguda en los mandos imperiales. De acuerdo con las “Tesis
sobre la Situación Mundial” de la dirección de la
Liga Internacional de los Trabajadores (1984), el frente imperialista
se vio obligado a poner en marcha una nueva política, a
la que llamó “reacción democrática”:
“La política imperialista se caracteriza por la conciliación,
las negociaciones, las aperturas democráticas en el país
y fuera de él. Es el momento de los viajes del presidente
yanqui James Carter y su esposa predicando los ´derechos
humanos' por medio mundo, impulsando conferencias contra el racismo
sudafricano, haciendo campañas contra las dictaduras latinoamericanas,
abriendo el diálogo con la guerrilla del MPLA angoleño
y estrechando vínculos con los partidos socialdemócratas
europeos. Es una política defensiva de un imperialismo que
quedó ‘groggy' por la derrota en Vietnam y retrocede en
estampida ante el movimiento de masas mundial y su propio pueblo.
Es lo que denominamos ´reacción democrática',
de promover aperturas y regímenes de democracia formal,
como canal de alivio de la presión revolucionaria de las
masas. Lógicamente, una democracia imperial que, en los
países atrasados, debía asegurar el dominio imperialista
por medios diferentes a las dictaduras genocidas.
“Los finales del gobierno de Carter preanuncian otra fase de la
política imperialista. El imperialismo comienza su concontraofensiva
y sus preparativos para volver a utilizar el garrote. Los triunfos
revolucionarios de Nicaragua e Irán, en 1979, aceleran el
paso de una política a otra. Ya Carter despliega dos iniciativas
militares preparatorias del periodo Ronald Reagan (el siguiente
presidente yanqui): 1. La instalación de misiles en Europa
para apuntar a la URSS; y 2. La organización de un ejército
de despliegue rápido, que puede llegar a cualquier lugar
del mundo donde sea necesario para sofocar un alza revolucionaria.
El fracaso de la recuperación de los rehenes estadounidenses
en la embajada de los EEUU en Teherán (1980) es el primer
intento frustrado de esta política. No se abandonan los
métodos de contrarrevolución democrática de
la primera etapa de Carter, sino que se combinan las concesiones
al movimiento de masas (aperturas democráticas congeladas,
defensa de los derechos humanos) con los métodos armados.” […]
Hasta
aquí hemos visto que en los últimos años
la contrarrevolución domina en el mundo de manera preponderante
a través de:1) regímenes democrático burgueses.
Lo hace también aplicando: 2) una política de reacción
democrática. Además de estos dos instrumentos, puso
en marcha un tercero, que la LIT llamó el “Frente por la
Paz y la Democracia”.
Que los trabajadores acepten la miseria a cambio de libertades
formales
“Actualmente, el temor al ascenso revolucionario mundial vuelve
a unir estrechamente a todos los explotadores del mundo y a la
burocracia en una política común: la de la reacción
democrática burguesa a nivel mundial. El frente contrarrevolucionario
interviene en todos los países y sectores del planeta para
derrotar a la revolución. (...)
“Este frente está conformado por la mayor parte de los
sectores imperialistas, el Partido Demócrata de EEUU, la
Comunidad Económica Europea, los explotadores y las burguesías
nacionales, la Iglesia católica, la Democracia Cristiana,
la Socialdemocracia, el stalinismo ruso y chino, el castro-stalinismo,
el sandinismo, la dirección de la guerrilla salvadoreña
(...), y casi todos los gobiernos de los países semicoloniales,
los gobiernos o dirigentes políticos ultrareaccionarios
y conservadores de Latinoamérica (...) “ El programa, la
política de este frente, sus grandes banderas son muy precisas
y embaucadoras: paz social, parar las guerras, salidas negociadas,
concertación, derechos humanos, democracia burguesa en todas
las regiones y países. (...)
“Este frente declara que tiene dos enemigos a enfrentar: la derecha
y la ultraizquierda. Los dos son igualmente peligrosos para la
paz y la democracia en el mundo. (...) El Frente defiende la política
del justo medio, mantenimiento del status quo donde hay democracia
burguesa. Dejar todo como está, sin cuestionar la explotación;
que los trabajadores acepten la miseria más absoluta a cambio
de tener libertades democráticas formales. No tener que
comer, pero poder votar.
“Un lugar destacado, determinante para la efectividad de este
frente, lo ocupan las direcciones del movimiento mundial de masas.
Es un Frente con los partidos y organizaciones obreras y pequeño
burguesas que se que se reclaman antiimperialistas e incluso socialistas
(la segunda Internacional, la burocracia stalinista y sindical,
los movimientos de liberación, el castrismo, el sandinismo).
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