Hugo
Chávez y la reconciliación con el imperialismo
Por: Alejandro Ortiz
Muchas
páginas se han escrito sobre Hugo Chávez. Analistas
y militantes de izquierda lo ven con simpatía y apoyan a su
gobierno. Proclaman que sus acciones marcan la pauta de una nueva
alternativa al capitalismo. Su lenguaje atrevido contra el presidente
yanqui Bush, a quien llama Mister Danger, ha impresionado a muchos,
que lo ven como un representante genuino de los oprimidos y explotados
latinoamericanos. Sin embargo, Chávez dista mucho de ser esa
opción.
Venezuela
y el petróleo
Venezuela es un país con una enorme cantidad de recursos naturales,
entre los que destaca el petróleo. Produce cerca de 2.7 millones
de barriles diarios, de los cuales, el 70% es exportado a Estados
Unidos.
Esta enorme riqueza permitió que la burguesía venezolana
mantuviera cierta estabilidad económica por más de 30
años. Concientes de que de lo que se trataba era de administrar
un Estado con recursos, los partidos burgueses firman un acuerdo a
finales de los años 50, al que llamaron "pacto de punto
fijo", que les permitió compartir el gobierno sin mayores
crisis políticas. Esa estabilidad política y económica
pegó también en los trabajadores, que durante esos años
no vieron la necesidad de salir a las calles a luchar.
En la década de los 70 los precios del petróleo aumentaron
considerablemente, siendo Carlos Andrés Pérez el presidente
al que le toca recibir los beneficios de los altos precios. En esos
años, la burguesía venezolana se sirvió con la
cuchara grande y el gobierno realizó un fuerte gasto público:
se construyeron carreteras, autopistas, centrales hidroeléctricas,
unidades habitacionales, entre otras obras, lo que aumento la deuda
interna y externa 12 veces.
Cae
el petróleo
Esa situación cambió dramáticamente. A finales
de la década, los precios del petróleo se estancan,
y luego caen abruptamente; el país no tiene con qué
pagar. El gobierno de Carlos Andrés Pérez deja a su
salida, en 1979, una enorme deuda, lo que produce una fuerte crisis
en la economía. Los gobiernos toman medidas cada vez más
impopulares en contra de los trabajadores, según lo ordenado
por el Fondo Monetario Internacional, para poder solventar la deuda
externa. Pagar a tiempo al FMI era una obligación que se tomaron
muy en serio, en medio de una enorme crisis económica que afectaba
a la mayoría de los venezolanos. El poder adquisitivo cae rápidamente,
el desempleo crece y las conquistas sociales y laborales rápidamente
se pierden. Toda la década de los 80 es de crisis, y los presidentes
sucesores de Pérez tienen que enfrentar movilizaciones obreras
que exigen mejores condiciones de vida.
En 1989, los trabajadores eligen nuevamente a Carlos Andrés
Pérez, con la esperanza de volver a los "años dorados"
y mejorar las condiciones económicas en las que se encontraban
millones de venezolanos.
El
"caracazo"
Sin embargo, el nuevo presidente lanza un "paquetazo" económico:
devalúa la moneda, lo que produce un aumento en el precio de
todas las mercancías, haciéndolas inaccesibles a los
trabajadores. La crisis estalla en febrero del mismo año: millones
de trabajadores salen a las calles a echar abajo los planes económicos
del gobierno, y éste responde con la represión. Son
jornadas tremendas, de grandes enfrentamientos entre las fuerzas armadas
y el pueblo trabajador. Hay fracturas en el ejército: muchos
soldados se niegan a reprimir. Estas movilizaciones le dan el golpe
de gracia a la estabilidad política pactada, y el "punto
fijo" se comienza a resquebrajar, junto con los partidos firmantes.
Finalmente, producto de estas movilizaciones conocidas como el "caracazo",
el régimen entra en crisis y, como resultado de las movilizaciones,
Carlos Andrés Pérez presenta su renuncia.
Hugo
Chávez aparece en escena
El 4 febrero de 1992, en medio de la crisis, un teniente coronel de
nombre Hugo Chávez, al mando de un grupo de oficiales, en una
intento de solucionar la crisis, encabeza un golpe militar en contra
de Carlos Andrés Pérez, pero es derrotado y enviado
a prisión, condenado a 20 años de cárcel.
Cuando Pérez es echado del gobierno, lo sucede Rafael Caldera,
que tiene que gobernar sin la alianza fuerte de los partidos burgueses
y que, ante las movilizaciones populares, se ve obligado a liberar
a Chávez, en marzo de 1994. Éste inmediatamente forma
su propio movimiento político.
En diciembre de 1998 Hugo Chávez es electo presidente, con
un aplastante 56 % de los votos, y asume el cargo el 2 de febrero
de 1999. Inmediatamente convoca a un referendo para convocar a una
Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Esta Asamblea se instala en
agosto, y en diciembre presenta una nueva constitución, que
es aprobada por el 70% de los venezolanos. La ANC crea entonces un
nuevo Congreso, con una sola cámara, en la que dominan los
partidarios de Chávez. Se reforma el poder judicial y el sistema
electoral; y se otorgan ciertas concesiones a los trabajadores. Nace
la República Bolivariana de Venezuela en la que Chávez
puede reelegirse, y lo hace en julio del año 2000 por un mandato
de 6 años más.
Chávez
llega al poder, ¿y el cambio?
Su llegada no cambia la relación con Estados Unidos: paga puntualmente
la deuda, a pesar de las condiciones de miseria de los trabajadores
venezolanos; y sigue abasteciendo de petróleo a ese país.
No ataca frontalmente al desempleo y mantiene los sueldos miserables
de los trabajadores.
Sin embargo, el imperialismo, impaciente, no pudo soportar la mínima
injerencia en sus ganancias, saltó al menor asomo de nariz
de Chávez. En el año de 2002, el gobierno intenta incrementar
su peso en la toma de decisiones de la empresa petrolera (PDVSA),
a través de la recaudación fiscal y de la sustitución
de directivos de la petrolera afines a la oposición. Manifiesta
su apoyo a las organizaciones internacionales reguladoras de los precios
del petróleo y hace algunas críticas a Estados Unidos
por la invasión a Afganistán.
Estas políticas no le gustaron al imperialismo y organizó
un golpe con el objetivo de derribar a Chávez y poner en su
lugar a los empresarios fieles al imperio.
Chávez
o un Pinochet tropical
Un sector de la burguesía se agrupa en torno a Charles Sapiro,
embajador norteamericano, con el objetivo de preparar el golpe. A
ellos se ha unido la burocracia sindical, temerosa de perder sus privilegios
y la alta jerarquía católica. Las acciones en contra
de Chávez comienzan: los gerentes y trabajadores de la petrolera
convocan a una huelga, apoyados por la burocracia de la Central de
Trabajadores de Venezuela (CTV) y los empresarios venezolanos. Ante
esta acción, el presidente decide retirar de sus cargos a los
gerentes inconformes y reprime a los trabajadores huelguistas. Los
empresarios, militares y la alta jerarquía reaccionaria deciden
sumarse al paro petrolero y convocan a una huelga general el 9 de
abril del 2002. Los grupos reaccionarios organizan, el 11 de abril,
una movilización al Palacio Presidencial de Miraflores, con
el claro objetivo de montar una provocación. En la movilización
se confunden provocadores y policías, que se enfrentan con
la gente fiel a Chávez, lo que deja un saldo de varios muertos.
Esto es aprovechado por la reacción para acusar al presidente
de asesino. Comienza un proceso de negociación para que Chávez
renuncie, pero ante su negativa, militares golpistas lo toman preso
y anuncian que el presidente ha firmado su renuncia.
La burguesía llama a Pedro Carmona, representante de la Federación
Patronal Venezolana (uno de los grupos golpistas) para que tome las
riendas del gobierno: el 12 de abril, en su toma de posesión,
anuncia la disolución del congreso y el poder judicial, además
del Consejo Nacional Electoral; destituye alcaldes, gobernadores y
funcionarios fieles a Chávez. Anunció también
un plan económico muy duro contra la población. Parecía
un Pinochet tropical.
Ante esa situación, el pueblo reaccionó. El día
12 comenzaron las movilizaciones populares. Esa noche, en Maracay,
la segunda base militar más importante de Venezuela, los jefes
militares, junto con más de 2,000 soldados, decidieron rebelarse
contra el gobierno golpista y declaran su fidelidad a Chávez.
Al otro día todo el país está convulsionado:
la gente exige el regreso del presidente. Los petroleros toman el
control de las refinerías; los obreros de las fábricas.
La gente llega de todas las comunidades a rodear los cuarteles y exigen
armas. Las fuerzas armadas están divididas, y la mayor parte
de la tropa y de los oficiales se pronuncian por Chávez. Los
generales responsables de los sublevados, reclaman garantías
para Chávez y exigen su regreso inmediato.
Pedro Carmona tiene que salir huyendo del Palacio de Miraflores, pues
se encuentran ya cercado por cerca de 200 mil personas que exigían
el regreso del presidente (1) . Finalmente es detenido junto con algunos
colaboradores.
Ante la crisis revolucionaria, a la burguesía y al imperialismo
no les queda más remedio que regresar a Chávez a la
presidencia.
Hugo
Chávez, el conciliador
El presidente Chávez retoma nuevamente el control del gobierno.
El 14 de abril hace su aparición en el Palacio de Miraflores,
para agradecer el apoyo popular y pedirle a las masas movilizadas
que regresen a sus casas, que se desarmen: "Los Círculos
Bolivarianos por favor no los quiero con armas, esta es una revolución
pacífica"(2) , dice. En su discurso insistió en
la necesidad de la reconciliación y en que no iba a tomar ninguna
medida en contra de los golpistas(3). Anunció la instalación
de mesas redondas de diálogo nacional, porque era necesaria
"una oposición leal con el país, que presente críticas
verdaderas y alternativas" (4).
Esta reconciliación se tradujo en que ninguno de los golpistas
fue encarcelado e incluso Pedro Carmona fue dejado en libertad.
Pero la burguesía no desistió en su afán de echar
abajo al gobierno, y en diciembre del mismo año decidió
paralizar la producción de petróleo, en complicidad
con los gerentes de la petrolera. Tomaron el control de las refinerías,
y el petróleo y sus derivados comenzaron a escasear. Ante esta
acción, los trabajadores petroleros decidieron tomar el control
de las plantas y ponerlas nuevamente a funcionar, con el apoyo indirecto
de las fuerzas armadas. La gente se organizaba nuevamente para distribuir
la gasolina y se enfrentó a los boicoteadores, lo que produjo
varios muertos y heridos. Ante estas acciones, Chávez prefirió
negociar con los empresarios para levantar el paro productivo, dándoles
total impunidad.
Para que quedara más claro que su objetivo no era tomar alguna
medida en contra de la burguesía pro norteamericana, el Tribunal
Superior de Justicia sentenció "que no había existido
ningún golpe de estado" y que no se juzgaría a
ninguno de los golpistas.
El
último intento: el plebiscito
En un último intento por derrocar a Chávez, los sectores
conservadores intentan sacar a Chávez, utilizando uno de los
mecanismos revocatorios aprobados en la nueva Constitución
Venezolana: el plebiscito, mediante el cual el pueblo votaría
si Chávez seguía como presidente o no.
La patronal, la iglesia, y el gobierno de Estados Unidos metieron
mucho dinero para recolectar las firmas demandando la consulta. Obligaron
a sus trabajadores a firmar, falsificaron firmas, hicieron firmar
a los muertos. Pero ni así lograron conseguir el número
necesario que exige la ley.
Organizaciones empresariales y gobiernos (incluyendo el de Lula, de
Brasil) presionaron para que Chávez aceptara la consulta. Y
Chávez aceptó. Llamó a los venezolanos a acudir
a las urnas y a manifestarse sólo a través del voto.
La población, a pesar de la campaña en contra del presidente,
salió a darle su apoyo en las urnas y ganó con un 59%
de la votación.
Notas
(1) José Vales. "Recupera
Chávez el poder" en El Universal , México,14/04/02
(2) Iturbe, Alejandro "Cuatro décadas de lucha revolucionaria" en
Marxismo Vivo, Brasil, No 10.
(3) La Jornada "Llama Hugo Chávez a la unidad nacional
y al diálogo con la oposición". 15/04/02
(4) Idem.