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La desunión del magisterio y los padres de familiaProf. Francisco Guerra San Carlos Yautepec, Oaxaca .- Conforme pasan los días, más y más maestros oaxaqueños tratan de encontrar respuestas del por qué no hemos logrado tirar a URO y una de las razones que empieza a señalarse con mayor insistencia es la desvinculación de los trabajadores de la educación con los padres de familia . El maestro de los años ochentas que vivía en las áreas rurales e indígenas, frecuentemente se convertía en un líder comentario que apoyaba e impulsaba la lucha por la defensa de la tierra y los recursos naturales; las comunidades campesinas e indígenas consideraban a los maestros como sus hermanos de clase; en las montañas, en los rincones más olvidados de Oaxaca, el magisterio había encontrado a sus aliados naturales para luchar. En esta época, la sección 22 resolvió ayudar en la formación de un organismo representativo y democrático de los padres de familia; tarea que hasta la fecha no hemos llevado a cabo. Actualmente la participación del maestro en los problemas de las comunidades donde trabaja es de escasa a nula, la mayoría de los trabajadores de la educación supone que sus actividades deben enfocarse nada más al aspecto formativo en el aula y así asume como valedera la política de la Secretaría de Educación Pública (SEP). El magisterio se ha visto aislado de las comunidades, convirtiéndose los maestros de luchadores sociales en bebedores sociales que organizan bailes populares para recaudar fondos para supuestos viajes de estudios; que convierten el aula en una pasarela, a la que llegan ataviados con sus mejores galas ante el auditorio estudiantil: aun laborando en el lugar más olvidado, no se les olvidan sus zapatillas y vestidos elegantes a las mentoras, mientras el “profe” calza pantalones y viste camisas de marca, convirtiéndose así para las comunidades en seres extraños por su vestimenta y conducta. Esta desvinculación del maestro con la comunidad se reflejó en el papel pasivo que jugaron en general los padres de familia ante el movimiento del año anterior. Cuando el magisterio decidió salir a la Jornada de Lucha en el mes de mayo de 2006, no lo comunicó a los padres y madres de familia a través de asambleas; cuando mucho algunos profes pusieron un spot informativo en los aparatos de sonido que funcionan en los pueblos, o simplemente informaron muy escuetamente a los alumnos que empezaría el paro magisterial y que se reanudarían clases hasta “nuevo aviso”. El resultado de esta falta de atención de los maestros hacia los padres de familia, ocasionó que sectores de ellos demandaron que el magisterio regresara a laborar, aun cuando las demandas del movimiento no habían sido satisfechas. Los maestros de hoy en día toman a los padres de familia, no como sus aliados en el proceso educativo y social, sino como sus verdugos o capataces, lo que se observa en el pánico que tiene el maestro para convocar a una asamblea, porque supone que recibirá un sin fin de cuestionamientos. El maestro prefiere estar lejos de los padres y madres de familia porque cree que no comprenderán las causas que motivan su jornada de lucha. Gracias a este divorcio entre el magisterio y las comunidades y padres de familia, los “grupos de interés” dentro de la sección 22 y el secretario general Rueda Pacheco pudieron presionar a la base de maestros para levantar el plantón en julio del año pasado, 2006. Argumentaron que teníamos que regresar a clases para terminar el Ciclo Escolar 2005-2006, debido al “compromiso” que teníamos en las comunidades, argucia con la cual maniataron a la Asamblea Estatal del 5 de julio, en la que se definió el regreso a clases o dizque “repliegue táctico”. Lo alentador e interesante es que aquellos maestros que fueron a platicar con los padres de familia, se sorprendieron de lo receptivos y de las simpatías que manifestaron éstos por el estado del movimiento. El 14 de junio de 2006, algunas comunidades, al conocer la represión que sufrieron los maestros en el Zócalo de la ciudad de Oaxaca, inmediatamente se solidarizaron mediante la toma de palacios municipales y edificios públicos, muchos otros llegaron preocupados al plantón preguntando por los docentes que trabajaban en sus pueblos. En fin, vimos a numerosas familias en las impresionantes mega marchas, manifestándose contra URO y en apoyo al movimiento magisterial. Es urgente que los maestros recobremos nuestro papel de luchadores sociales en las comunidades, que ayudemos a consolidar las asambleas comunitarias, que colaboremos a rescatar y promover la cultura y el arte de nuestros pueblos, que luchemos junto a ellos por sus derechos; entonces y sólo entonces, ya no habrán traidores y tiranos capaces de detenernos en la construcción de un país justo, igualitario y democrático, es decir, socialista. |