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URO no hubiera soportado una huelga estatalComité Ejecutivo del POS La insurrección tuvo como columna vertebral y como dirección a un sindicato estatal, el de los maestros. Este hecho debe guiar nuestros análisis y balance, comenzando por el hecho de que el servicio que presta este sindicato no es estratégico para la producción y el funcionamiento capitalistas . La burguesía puede aguantar, como lo hizo, una huelga magisterial de meses, pero le sería muy difícil soportar una huelga de semanas en la electricidad, los teléfonos y la refinería de petróleo. Le cabe una gran responsabilidad en la derrota de la primera fase de la insurrección oaxaqueña a los grandes sindicatos que existen en ese estado. Los líderes de los gremios telefonista, del Seguro Social y electricista hasta presumen de opositores y de progresistas, pero a la hora de la verdad, cuando el pueblo estaba en las calles, en los plantones y en las barricadas, se hicieron los distraídos y no actuaron para que cayera el gobernador. La UNT (Unión Nacional de Trabajadores) que dirige a telefonistas y trabajadores del Seguro Social, no pasó la prueba. Tampoco los líderes electricistas. Si ellos hubiesen querido, hubieran paralizado los teléfonos, clínicas y hospitales, y cortado el suministro de energía eléctrica. Una situación como ésta, de huelga estatal, no la hubiese aguantado el gobernador. La gran desgracia de la insurrección fue que no logró incorporar a otros sindicatos, sobre todo a los que prestan los principales servicios y los que son centrales para la producción, como el telefonista, el electricista y el petrolero. Durante el movimiento la principal tarea que había que proponerle a la numerosa vanguardia magisterial, estudiantil y popular era acudir a convencer a los trabajadores de estos sindicatos para que se incorporaran al movimiento. Nosotros, militantes del Partido Obrero Socialista, tuvimos una política muy correcta, la de que hubiese un paro o huelga estatal contra el gobernador, pero nos faltó pelear de manera más concreta por ella. Fue estéril que el movimiento ocupara tantos edificios públicos (lo que reflejaba el deseo de la vanguardia y de sectores de la masa de suprimir el poder burgués). Esa enorme energía empleada por el movimiento para ocupar estos edificios y por mantenerlos en resguardo, hubiese sido mejor empleada si se hubiese canalizado hacia paralizar el poder económico de la burguesía por la vía de convencer a los trabajadores de los principales sindicatos de sumarse a la insurrección. Imaginémonos a miles de maestros, jóvenes y mujeres repartiendo volantes y dialogando día tras día con estos compañeros de clase exhortándolos a sumarse a la lucha. Esa labor propangandística y agitativa hubiese sido incontenible. Como hemos dicho antes, la dirección de la sección 22 con Enrique Rueda Pacheco a su cabeza, nunca intentó que otros sindicatos se incorporaran al movimiento haciendo huelgas y marchas. Cuando esta iniciativa era oportuna, en los primeros días de julio de 2006, incumplió una resolución en ese sentido e hizo aprobar otra: el levantamiento de la huelga de los docentes y del plantón, y el regreso a clases.
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