Pluma No. 8 -Otoño de 2007

Internacional - Venezuela

Chávez la “democracia socialista”

Horacio Lagar*

Buenos Aires .- Una vez más, con su reconocida audacia, el Presidente Chávez puso a prueba su liderazgo político y logró impactar a vastos sectores de la clase trabajadora y también de la opinión pública.

Utilizó el 1º de Mayo, fecha cara a los sentimientos y tradiciones populares, para anunciar un nuevo paso en el proyecto de nacionalizaciones, agregándole el control del proceso revolucionario a través de un “partido único”.

En cuanto a las nacionalizaciones, diversas corrientes del trotskismo ya destacaron el carácter limitado y formal de las mismas, definiéndolas como un paso tibio en busca del apoyo de masas con el fin de mantenerse en el poder arbitrando entre ellas y una burguesía nacional dividida e impotente, sometida al acoso imperialista desde el exterior.

 Nacionalismo burgués o expropiación obrera del imperialismo

Los socialistas revolucionarios no pueden dejar de señalar la falacia que significa presentar las nacionalizaciones realizadas por gobiernos burgueses como si fueran expropiaciones realizadas por gobiernos socialistas en el curso de un plan estratégico con fines de liberación nacional y social.

El marxismo rescata la diferencia entre uno y otro, tomando como referencia el ejemplo de los bolcheviques en 1917, cuando siguieron el método de la expropiación.

Los datos aportados demuestran que las nacionalizaciones en Venezuela son esencialmente compras negociadas con las propias empresas o participaciones de capital en los paquetes accionarios de las mismas. Aceptamos esas definiciones, reivindicando las medidas de expropiación lisa y llana, sin indemnizaciones y bajo control obrero, tanto de la producción como de la gestión administrativa, ejercida democráticamente.

En Venezuela, contrariamente, hasta los propios trabajadores chavistas chocan a diario con una burocracia estatal o paraestatal corrupta que ejerce un rol hegemónico y totalitario para frenar toda acción o iniciativa de las masas.

Como ha ocurrido con pasadas nacionalizaciones en países semi-coloniales bajo gobiernos burgueses, árbitros bonapartistas de diverso tipo, nacidos de la división en la propia clase dirigente (los saqueadores imperialistas), vuelven a recuperar sus propiedades y retomar con mas fuerza la hegemonía perdida después de capitalizarse con el dinero fresco y “blanqueado” de las indemnizaciones.

Los argentinos, como otros pueblos hermanos, pagaron y siguen pagando un alto precio por la falacia de esas “nacionalizaciones”, porque el capitalismo imperialista, tanto más en su fase de “globalización”, opera con sus tentáculos en todos los países dependientes, y cuenta, además, con la ventaja que le da la experiencia adquirida y los medios técnicos acumulados para “resolver” sus ocasionales roces con los gobiernos bonapartistas de turno y manejarse con los líderes populistas que se muestran rebeldes.

Las únicas medidas para oponerse a esa maquinaria de opresión son, por eso, la expropiación sin pago y el control obrero democrático a caballo de la organización y movilización popular en la perspectiva del socialismo. Pero medidas de este tipo no pueden esperarse de gobiernos populistas nacidos de la burguesía, por más roces que tengan con el imperialismo o algunos de sus jefes ocasionales.

Es de lamentar que una lección tan importante no haya sido asimilada por muchos honestos revolucionarios que, impresionados por el impacto que esas medidas producen en las masas, dejan a un lado la tarea de presentarles la única alternativa válida para recorrer con éxito un camino independiente hacia el propio poder de la clase trabajadora, llegando no sólo a cederle la conducción estratégica y política, sino a apoyar su reelección. Se justifican diciendo que, dado que la lucha de clases no se repite siempre de la misma manera, hay que acomodarse tácticamente a las cambiantes circunstancias y condiciones.

En el caso de la Venezuela, esa táctica amenaza transformarse en seguidísimo oportunista a Chávez, quien ya mostró el contenido de clase de su política, destinada a lograr para la burguesía nacional una mayor participación en la explotación conjunta y más “equitativa” de la plusvalía, a expensas del nivel de vida no sólo el pueblo venezolano, sino de las masas del continente, claudicando el declamado internacionalismo de su movimiento bolivariano.

 Un contexto internacional favorable a Chávez

 Veamos si no cómo Chávez desaprovecha las cambiantes circunstancias y condiciones de la situación actual.

En lo internacional, la crisis que afecta al imperialismo en general, y al gobierno de Bush en particular, ambos jaqueados por las masas en el mundo y los movimientos de liberación nacional en Medio Oriente, favorecen al chavismo con una relación de fuerzas entre las clases que le permitirían profundizar y extender el frente antiimperialista. En lo militar, ningún ejército imperialista invade o amenaza su territorio, posibilitando que su propio aprovisionamiento técnico en ese terreno se satisfaga normalmente, más allá de los “roces” diplomáticos que, sin embargo, no le impiden acuerdos y transacciones con gobiernos y menos aún con potencias imperialistas.

En lo interno, Chávez cuenta con un indiscutible apoyo político de los trabajadores venezolanos y una simpatía amplia, aunque expectante, de las masas del continente, ansiosas de un liderazgo político y de acciones coordinadas, todo lo cual configura un balance de fuerzas sociales capaces de impulsar el proceso de liberación nacional y social que recorre a varios países.

Por si faltara algo, debe registrarse también que el petróleo venezolano, símbolo de la bonanza, sigue fluyendo hacia EE.UU. a un buen precio y bajo garantía de suministro.

Ningún otro líder populista gozó de una situación tan propicia. Lejos de aprovecharla, Chávez firma pactos de apoyo a gobiernos sumisos, conciliadores, satélites o pro imperialistas, al precio de desarmar ideológica y políticamente a las masas que los enfrentan en el subcontinente.

Un error, el “voto crítico” a Chávez

A esta política reaccionaria hay que sumarle el uso que hace de la propia burocracia del Estado Bolivariano para poner barreras y controles a las demandas obreras y luchas populares que enfrentan al capitalismo cipayo, sin contar con las acciones represivas de su policía, a expensas de las fuerzas sociales que garantizan la extensión del proceso revolucionario. Deja así al descubierto el contenido real de la retórica “socialista”. Por eso, apoyar al gobierno de Chávez y sus medidas “progresistas” no ayuda a profundizar el enfrentamiento de las masas con el enemigo externo e interno, pero sí, lamentablemente, a desarmar a las masas y crear confianza política en una dirección burguesa que, en los hechos, obstruye el camino hacia una acción revolucionaria de las masas en lucha, necesitadas ahora, mas que nunca, de una herramienta partidaria propia.

Consideramos que el llamado voto crítico para la reelección de Chávez , fue una táctica equivocada . La necesidad de no separarse de las masas no significa capitularles en sus falsas ilusiones y falsas ideologías . Recordemos que nuestra corriente revolucionaria siempre trató de acompañar a las masas en sus enfrentamientos al régimen, pero encabezando sus luchas concretas y educándolas en el clasismo . Con limitaciones, errores y desviaciones, el ”morenismo” jamás dejó de denunciar a Perón ante las organizaciones combativas del activismo obrero peronista, porque eran un factor eficiente, aun políticamente confundidas, ya que se agrupaban y movilizaban de manera autónoma posibilitando una salida independiente de la clase obrera, más allá de formalidades superestructurales en el uso de símbolos partidarios.

En Venezuela, el voto a Chávez y sus medidas “ progresivas” merece ser evaluado con espíritu muy crítico, porque no parece responder a una exigencia del activismo organizado independientemente para enfrentar a la burocracia con acciones concretas, sino al peso electoral de las masas confundidas ideológicamente, de cuyas ilusiones sí es necesario separarse.

Comprendemos que el largo repliegue del proletariado como sujeto principal del protagonismo histórico, a causa de las traiciones de que fue objeto y a su reemplazo por los elementos mas radicalizados de la pequeña burguesía, haya dado lugar a tácticas políticas y métodos ajenos a los tradicionales en la conquista del liderazgo revolucionario.

Pero, advertidos de ese peligro desviacionista, tratamos de orientar la política y la táctica en función de los objetivos históricos del proletariado y sus sectores más concentrados y peor pagos, según lo reclamaba nuestra corriente en su primera tesis de construcción del partido. Por esa razón, alertamos contra las nuevas categorías sociales que pesan hoy sobre las direcciones revolucionarias y, en muchos casos, llegan a proveerlas de las tácticas y métodos alternativos de la democracia burguesa. 

Democracia socialista o dictadura burocrática

Los luchadores antiimperialistas tienen ahora que responder a un nuevo desafío lanzado por Chávez, como es el “partido único” de la burocracia bolivariana a través del Partido Socialista Unificado Venezolano (PSUV). Resulta insuficiente y confusa la respuesta de sectores de la izquierda latinoamericana a este autoritario llamado de Chávez, a pesar de que algunas corrientes muy representativas del trotskismo, como el PRS, partido hermano de Venezuela, anunciaron que no se sumarán a él.

Los dirigentes revolucionarios que fueron capaces de construir la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) de Venezuela luchando contra la burocracia sindical, así como la corriente combativa (C-CURA) contra el oficialismo y el embrión de partido revolucionario (PRS) contra el sistema, con esta respuesta solo cumplen formalmente con el principio trotskista de declararse independientes organizativa y políticamente. No podía esperarse menos ante una propuesta de franco carácter burocrático, totalitario y anti socialista, enmarcada además en un conjunto de otros hechos definidos por los propios compañeros como de carácter reaccionario producidos por el Gobierno, todos destinados a controlar y contener las luchas obreras y populares.

Es imperioso desenmascarar ante el activismo político y el conjunto de la clase obrera el carácter antidemocrático y totalitario del proyecto chavista, partiendo no sólo de los principios socialistas, sino también de las necesidades prácticas de la lucha de clases. Hay que hacerlo en nombre de las bases obreras y de todos los luchadores que necesitan utilizar la democracia socialista para dar continuidad al movimiento revolucionario hasta alcanzar sus objetivos de liberación social y nacional.

Esa es la única “táctica” coherente para esclarecer a las masas y orientar políticamente a su vanguardia, para sumarlos a una estrategia revolucionaria de conquista del poder. O sea, todo lo contrario de invitar a los trabaja dores a votar por la reelección de Chávez en las elecciones pasadas sin decir una palabra ante su intento de controlar las expresiones de protesta en el seno del movimiento revolucionario.

No se trata de negar, por principio, ninguna táctica, sino de ubicar cada una en la estrategia de la clase revolucionaria que combate a la clase enemiga. Una cosa es la unidad de acción con las bases, aun confundidas, y otra la capitulación organizativa y el seguidismo político a sus dirigentes en contra de esas bases.

Contra el viejo sectarismo stalinista del “tercer período”, que negaba toda unidad con las bases si antes no rompían con sus dirigentes reconocidos, advertimos que contra ese peligro y sus diversas variantes, sólo cabe ligarse estrechamente a los trabajadores encabezando sus luchas... “con sus dirigentes a la cabeza... o con la cabeza de sus dirigentes” , como alguna vez tuvimos que aceptar...

La tarea es difícil y peligrosa, porque implica hacer concesiones al atraso político de las bases. Pero es necesaria en aras del objetivo fundamental de conquistar su liderazgo para disputar el Poder, un objetivo que no se consigue haciendo sólo propaganda con declaraciones de principios. Hay que poner en acción a la clase, moviéndola aunque sea un centímetro.

Es necesario explicar que las nacionalizaciones y el partido único obedecen a la necesidad de Chávez de conseguir el apoyo popular para afianzarse como árbitro entre las masas y el imperialismo, sin dejar por ello de reafirmarse como gobierno burgués y fortalecer el aparato del

Estado, cuyo fin es controlar los movimientos de masas e impedir todo desborde social contra el sistema capitalista. Ese es el cómo y el para qué de sus proyectos de nacionalizaciones y su propuesta de partido único.

Con estas consideraciones, seguimos fraternalmente y con mucha atención la experiencia de los compañeros venezolanos, en la esperanza de que sepan constituirse en polo de atracción revolucionaria para ofrecer a las masas una alternativa socialista al nacionalismo burgués de Chávez.

5 de junio de 2007

* Miembro de Opinión Socialista de Argentina. (Integrante del Frente de los Trabajadores y el Pueblo, junto a Raúl Castells)

 

 

Contenido

Presentación

1. El contexto internacional de la sublevación oaxaqueña de 2006

 

2. Balance

Ulises vapuleado y contra las cuerdas

Por qué no cayó el gobernador

Las responsabilidades por la derrota de la insurrección

La desunión del magisterio y los padres de familia

La iglesia también crujió ante la insurrección

URO le copió a Hitler tácticas contra insurgentes

URO no hubiese soportado una huelga estatal

El desarrollo del poder obrero y popular

Un debate fraterno con los anarquistas

 

3. La situación actual

El movimiento se recupera y podría pasar a la ofensiva

El más fuerte apoyo a URO viene del gobierno federal

Tres historias istmeñas de la insurrección

Lázaro Cárdenas B. y el PRD-COCEI colaboran con URO

Calderón ama más a Elba que a Margarita

 

4. Perspectivas

Perspectivas y alternativas

El arte y los movimientos populares

 

Internacional

Chávez la democracia socialista

¡Detengamos la ejecución de Mumia Abu-Jamal!

Habrá de repetirse la insurrección, para terminar con la victoria

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