Hugo
Miguel Bressano Capacete (nombre de quien después sería
conocido como Nahuel Moreno) nació el 24 de abril de 1924
en Alberdi, un pueblo agroganadero de la rica provincia de Buenos
Aires, en el seno de una familia de clase media alta.
A
los 18 años, Bressano entró al grupo dirigido por
Liborio Justo Quebracho, pionero del trotskismo en la Argentina.
Quebracho fue el primero que, tomándolo de Trotsky planteó
correctamente que en América Latina y en la Argentina, la
primera tarea revolucionaria es la liberación nacional. Él
bautizó a Bressano con su seudónimo: Nahuel, en idioma
indígena araucano, significa tigre, y moreno era el color
del pelo.
El
trotskismo argentino se limitaba a unos grupos dispersos, que militaban
muy poco. Hacían largas reuniones en los bares y, por la
noche, tertulia, generalmente en el Café Tortoni, de la Avenida
de Mayo, a pocas cuadras del Teatro del Pueblo. "Entre el 40
y el 43, el trotskismo era una fiesta", diría Moreno.
Moreno
abandonó muy pronto a Quebracho. Con algunos amigos adolescentes,
fundó, en 1944, el Grupo Obrero Marxista. En el documento
precursor señaló claramente la decisión histórica
de abandonar la "fiesta": "Nos empalmaremos en el
movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones
donde éste se encuentre, para intervenir en todos los conflictos
de clase".
En
la clase obrera
En enero de 1945 estalló la huelga en la fábrica más
grande del país, el frigorífico Anglo-Ciabasa, de
15.000 obreros, en Avellaneda. Los jóvenes del GOM buscaron
una manera para ligarse. Mateo Fossa, un dirigente trotskista del
sindicato de la madera, les dio la "receta" -que luego
se emplearía hasta nuestros días: aconsejó
a los jóvenes del GOM que organizaran una colecta y la llevaran
al comité de huelga del Anglo-Ciabasa. Además, que
se ofrecieran para todo servicio y para imprimirles los volantes:
"Eso sí, sin tocarles ni una coma ni pretender darles
línea". Así lo hicieron.
Les
costó trabajo, al principio, encontrar a los dirigentes del
sindicato de fábrica, que eran anarquistas y desorganizados.
Pero estos, pronto quedaron encantados con la seriedad del grupo.
Lucas Domínguez, el dirigente anarquista del sindicato, quedó
como un gran amigo y el resto del comité de huelga, así
como varios activistas, ingresó al GOM. En abril, volvieron
a salir a la huelga: "Fue casi totalmente dirigida por nosotros
-cuenta Moreno. Hicimos una especie de comuna en Avellaneda: desviamos
el tránsito y no se podía circular sin un carnet del
sindicato."
Luego
de este ensayo general, Moreno y varios compañeros del GOM
fueron a vivir a Villa Pobladora, extensa barriada obrera circunscripta
por el río y el ferrocarril, en Avellaneda. Lograron hacer
un fortín trotskista en medio de la marea peronista que inundó
al país desde 1945. Además del trabajo en la carne,
dirigieron el sindicato de la construcción, media comisión
interna de la fábrica SIAM -la metalúrgica más
grande del país- y muchos otros establecimientos de las cercanías.
Moreno asesoró a los dirigentes obreros ganados por el GOM
en la fundación de varios grandes sindicatos, como la Federación
de la Carne y la Asociación Obrera Textil.
La
inserción de los trotskistas en las fábricas y en
el populoso barrio obrero era completa. El GOM funcionaba en el
Club Corazones Unidos de Villa Pobladora. El club organizaba bailes
y actividades culturales, deportivas y vecinales. En el club daban
cursos y charlas: "aunque trabajábamos con la línea
sindical, lo fundamental eran los cursos, que eran los que más
impactaban a los obreros". Los temas iban desde enseñar
a leer y escribir hasta dar la historia de las revoluciones francesa
y rusa. También, un curso "básico" de iniciación
marxista y partidaria.
En
Villa Pobladora hicieron lo primero y fundamental que debemos pedirle
a un grupo revolucionario que comienza a actuar: hacerse parte del
movimiento obrero. Ese fue el gran acierto del GOM.
A
Moreno se le grabó la experiencia de Pobladora. En adelante,
daría la misma batalla en la Cuarta Internacional, polemizando
con el trotskismo europeo que no había superado su etapa
estudiantil e intelectual, no había hecho su Pobladora. En
todas partes Moreno insistió en adquirir, mantener y reforzar
la ligazón al movimiento obrero. Lo hizo cada vez que el
partido argentino se apartó de esa senda. Y lo repitió
en todos los partidos que contribuyó a fundar: ayudó
a los estudiantes del Bloque Socialista Colombiano a meterse en
las concentraciones obreras de su país, empujó al
partido español a meterse en Getafe, enseñó
a los estudiantes brasileños a entrar en la gigantesca Pobladora
de Latinoamérica que es el ABC de San Pablo. Y así
siempre, en todos lados...
El
impacto de la Revolución Mundial
Moreno viajó a París en 1948 al II Congreso de la
Cuarta Internacional. El mundo de la posguerra estaba en ebullición.
Las guerrillas chinas de Mao Tse Tung estaban por tomar el poder.
Media Europa había quedado ocupada, al cabo de la guerra,
por el Ejército Rojo, y empezaba la construcción de
nuevos estados obreros. Un explosivo proceso de liberación
nacional sacudía al sur y al sudeste asiático, al
mundo árabe y a toda África. Los dirigentes de la
Cuarta intentaban sacrificadamente, poner en marcha la organización,
sin la mano orientadora de Trotsky. Moreno se sumó a la tarea.
Un
ala de los camaradas se inclinaba por no reconocer el carácter
de estados obreros a los países del este europeo, dado que
sus transformaciones se hacían "en frío",
burocráticamente, sin revoluciones obreras ni direcciones
bolcheviques, como la que había habido en Rusia. Pablo, su
discípulo Mandel y Moreno estuvieron, en cambio, entre los
que decididamente encabezaron el reconocimiento de esos estados
obreros como una con-quista de las masas, a pesar de que nacían
de un modo atípico y deformado por la burocracia.
Luego
de una polémica la Cuarta se inclinó oficialmente
por el reconocimiento. Esto ayudó al progreso del trotskismo,
que pudo dar una respuesta correcta a un hecho decisivo de la posguerra:
los nuevos estados obreros eran grandes triunfos de la revolución,
que debían ser defendidos de toda agresión imperialista.
Pronto,
sin embargo, la Cuarta entraría en crisis. Los partidos comunistas
tenían, entonces, un enorme prestigio, por la derrota de
Hitler, las transformaciones del este europeo y la lucha de Mao
en China. Se vivía la época de la llamada "Guerra
Fría" entre la URSS y Estados Unidos. El pablismo -nombre
que sé dio a la dirección cuyos ejes eran Pablo, Mandel
y otros camaradas- analizaron que el estallido de la tercera guerra
mundial era inevitable. Supuso que los partidos comunistas, obligados
a defender a la URSS, se harían revolucionarios. Y decidió
que los trotskistas debían practicar el entrismo en ellos,
cosa que efectivamente hicieron muchos grupos europeos, durante
veinte años. Eso provocó que por muchos años
el trotskismo prácticamente desapareciera de Europa.
Moreno
de inmediato enfrentó a los dirigentes pablistas cuando capitularon
al estalinismo. Se opuso a su teoría de la "guerra inminente"
y, sobre todo, a su análisis revisionista de que los partidos
comunistas se harían revolucionarios. Respecto del entrismo,
Moreno afirmó que podía ser una táctica de
los trotskistas para ligarse a las masas, entrando a los partidos
donde ellas estuvieran, pero para romperlos, peleando desde adentro
contra sus direcciones, ya que jamás dejarían de ser
contrarrevolucionarios.
La
crisis condujo a la división de la Cuarta, produciéndose
un alineamiento de fuerzas. De un lado quedó el pablismo.
Del otro, se formó el Comité Internacional. Moreno
se sumó al Comité Internacional.
De
la crisis de la Cuarta, provocada por el pablismo, Moreno sacó
conclusiones definitivas: "En la internacional pasaba algo
parecido a lo que había sucedido en el movimiento trotskista
argentino. Estaba en manos de una dirección no proletaria,
con su base social en la intelectualidad europea y con todos los
vicios de las corrientes pequeño burguesas".
Palabra
Obrera
¿Cómo influyó el abrazo de la causa internacionalista?
Fue una revolución. Moreno decía que antes tenía
una visión fotográfica, estática de la realidad
y que al comprender el marco mundial pudo ver el dinamismo de la
película. Entre 1949 y 1950, Moreno realizó importantes
estudios de economía e historia argentina y latinoamericana,
que se concretan en documentos y libros. Pero lo más importante
fue la precisión del fenómeno peronista, que permitió
al partido superar la visión obrerista y sectaria.
Moreno
analizó que a escala continental había un plan de
colonización yanqui. Hace cuarenta años fue un descubrimiento,
ya que toda la izquierda seguía denunciando al imperialismo
inglés como el principal enemigo. Moreno consideró
que, pese a su carácter burgués y totalitario, el
gobierno peronista cumplía un papel relativamente progresivo
al oponerse, aunque fuera tibia y cobardemente, al imperialismo
norteamericano.
Con
sus nuevas caracterizaciones, el partido dio un salto. Se extendió
a varias otras localidades del país y, poco después,
fue el único que denunció y llamó a luchar
contra el golpe militar pro yanqui que se preparaba.
El
golpe gorila se produjo, finalmente, en 1955. Pronto atacó
al movimiento obrero, interviniendo a la central sindical, disolviendo
las comisiones internas fabriles y encarcelando y llegando a fusilar
activistas obreros, así como dirigentes políticos
del proscrito peronismo.
La
respuesta fue una gran lucha obrera, conocida con el nombre de La
Resistencia. La misma se libró en medio de una crisis total
de dirección: Perón había huido al exilio y
la burocracia sindical se "borró", como llaman
los argentinos a los que desertan cobardemente. El PS y el PC por
su parte, apoyaron a la dictadura.
Pese
a la clandestinidad y a la pequeñez del partido, Moreno y
sus camaradas se lanzaron con toda audacia a encabezar la lucha.
Apenas un mes después del golpe firmaron un volante llamando
a la huelga general, en el día peronista (17 de octubre).
La huelga se hizo espontáneamente, porque era el sentimiento
de los trabajadores.
Comenzó
así en las empresas un agrupamiento de los luchadores para
recuperar los sindicatos. Se hicieron huelgas y ocupaciones fabriles.
La primera, en la metalúrgica Carma, desafiando a los tanques
militares, fue dirigida por el partido.
Moreno
trazó la línea de unir esas luchas, formado el Movimiento
de Agrupaciones Obreras, cuyo periódico, Palabra Obrera,
haría historia. Con su nombre pasó a conocerse el
partido. Su tiraje regular, cercano a los 10.000 ejemplares semanales,
llegaba, en ocasiones, a los 50.000. Se vendía en las puertas
de las grandes fábricas y circulaba de mano en mano. Su director,
el Vasco Bengochea, detenido en varias oportunidades, fue entrevistado,
en 1957, por la televisión norteamericana, como uno de los
políticos más importantes de la Argentina.
La
línea del partido era terminar de organizar los gremios más
importantes, especialmente el metalúrgico, donde Palabra
Obrera dirigía muchas de las principales fábricas,
para formar una intersindical y lanzar la huelga general contra
la dictadura.
Advirtiendo
este peligro, Augusto Timoteo Vandor, el principal burócrata
sindical peronista y dirigente de los metalúrgicos, abortó
ese proceso, lanzando prematuramente la huelga aislada en ese gremio."
Muchas fábricas pararon, creyendo que la línea venía
de los trotskistas.
Palabra
Obrera no tuvo más remedio que ponerse a la cabeza de
la huelga. Moreno la dirigió personalmente. El comité
de huelga, formado por los compañeros más representativos,
se reunía día y noche en casas del partido, con Moreno.
Durante veinte días la huelga mantuvo en vilo al gobierno,
hasta que se debilitó y fue derrotada. Costó el despido
del activismo, principalmente trotskista.
Por
esa causa, la intersindical, que poco después se formó,
tuvo una neta mayoría peronista. Pudo haberla tenido el trotskismo,
si la huelga metalúrgica no se hubiera lanzado aislada y
prematuramente.
Bajo
el signo de la Revolución Cubana
En
1959 triunfaba la Revolución Cubana, rompiendo todos los
esquemas construidos hasta entonces. Un movimiento guerrillero,
originalmente nacido de un partido tradicional de la oligarquía,
apoyado por la Iglesia y que tenía una dirección estudiantil
y pequeño burguesa, empalmó, después de años
de luchar en forma aislada en la sierra, con un gran ascenso de
masas. Fidel y el Che encabezaron, entonces, una insurrección
popular triunfante y, poco después, expropiaron a la burguesía,
instaurado el primer estado obrero de América.
El
imperialismo fue totalmente sorprendido. El estalinismo sufrió
un duro golpe y quedó completamente descolocado: por primera
vez una revolución triunfante quedaba totalmente fuera de
su control. El trotskismo tampoco estaba preparado para un hecho
como el cubano. Moreno preveía levantamientos de masas en
todas partes, pero con insurrecciones como la boliviana del 52 o
como la que estuvo en puerta en La Resistencia argentina, protagonizadas
por la clase obrera.
La
Revolución Cubana desató un vendaval. Fidel y el Che,
pasaron a encabezar un movimiento latinoamericano, que ganó
a la mayor parte de los mejores luchadores.
Pero
pronto aplicaron en todos los países la misma receta guerrillera,
desdeñando la lucha de clases real. Creyeron encontrar un
atajo, una vía más corta y segura para la revolución.
Pero fue un callejón sin salida. Durante casi veinte años,
una generación entera de revolucionarios latinoamericanos
que siguió al castrismo terminó en el desastre, en
muchos casos capitulándole ideológica y programáticamente
a la burguesía pero no salvándose por eso del exterminio.
La mayor parte de los sobrevivientes de la matanza que sufrió
el propio Che en Bolivia, en 1967, y luego los Tupamaros, los Montoneros,
el ERP y decenas de grupos, terminó en la más oscura
bancarrota política y moral.
Las
primeras discusiones
Moreno reconoció y saludó la existencia del nuevo
estado obrero al que pasó a considerar como la mayor conquista
lograda por las masas latinoamericanas. Felicitó a Fidel
y al Che por su llamado a constituir un movimiento continental.
Con admiración y respeto hacia ambos -al Che lo entrevistó
en Uruguay en 1960- Moreno consideró que en Latinoamérica
había un proceso revolucionario único, encabezado
por ellos, del que había que formar parte, aún con
diferencias políticas y metodológicas profundas.
Sacó
también importantes conclusiones teóricas. El Programa
de Transición casi desechaba la posibilidad de que un movimiento
guerrillero pequeñoburgués, como el castrismo, pudiera
encabezar una revolución socialista. Dedujo, entonces, que
la situación mundial se había hecho más revolucionaria
de lo que previó Trotsky. Y concluyó que la guerra
de guerrillas debía incorporarse como una táctica
más del arsenal de la lucha armada de masas, para ser aplicada
en determinadas circunstancias.
Al
mismo tiempo, inició la discusión con la vanguardia
que creyó que, en todo tiempo y lugar, había que ir
a jugarse la vida abriendo un foco guerrillero. Moreno insistió
en el trabajo sobre el movimiento obrero y las masas y llamó
a continuar la tarea de construir un partido mundial revolucionario,
oponiéndose a la concepción pequeñoburguesa
de hacer ejércitos guerrilleros nacionalistas, que obedezcan
sin chistar las órdenes de sus jefes. La discusión
bajaría a tierra de inmediato en Perú.
Cuzco,
Lares y La Convención
En Perú, en el Cuzco y en los valles de La Convención
y Lares, los campesinos se alzaron y ocuparon tierras. Los propietarios
se organizaron para defenderlas violentamente. La explosiva lucha
campesina nada tenía que ver con un foco guerrillero como
los que postulaba el castrismo. Era una lucha de masas.
Cuba
se negó a apoyarla, pero el trotskismo corrió a hacerlo.
Hugo Blanco era un estudiante peruano que cursaba en la universidad
argentina de la Plata. Allí fue ganado por el partido y Moreno
lo convenció de que volviera al Cuzco a militar con los campesinos.
Así lo hizo y se convirtió en un legendario dirigente
de masas, el mayor que dio el trotskismo en Latinoamérica.
Todo
el partido argentino se volcó a ayudar al Perú. Moreno
trazó la línea: impulsar la sindicalización
masiva, que ya estaba en curso, de los campesinos y que sus sindicatos
ingresen a la central obrera peruana. Plantear la creación
de milicias campesinas para defender las tierras ocupadas. Y paralelamente,
construir el partido no sólo en la zona sino en Lima, ganando
a la clase obrera.
Así
se empezó a hacer. El dirigente argentino Daniel Pereyra
se fue a instalar en Lima. El partido argentino reunió cotizaciones
y muchos militantes remataron sus bienes personales para apoyar
la lucha. Moreno viajaba periódicamente, organizando la ayuda
material y orientando el trabajo. Al poco tiempo, Hugo Blanco era
el delegado de los campesinos a la central de trabajadores del Cuzco.
Pero
empezaron los problemas. Las tesis castristas hicieron mella en
Pereyra y otros dirigentes. En vez de golpear sobre el movimiento
obrero y estudiantil limeño para que apoyasen a los campesinos
y en vez de construir el partido, organizaron un grupo guerrillero.
Querían dar un "golpe maestro" asaltando un banco
y, a la vez que conseguir fondos, crear un hecho político.
Moreno
inició una dura polémica contra la desviación
putchista. Fue a Perú a impedir el asalto. Resultó
inútil. El Che Pereyra, como entonces lo llamaba la prensa
latinoamericana, había sido ganado por la concepción
guevarista. En 1962 asaltó el Banco de Crédito de
Miraflores, en Lima.
Resultó
desastroso. En vez de despertar apoyo popular, dio el pretexto al
gobierno y a la burguesía para desatar la represión.
Pudieron aislar la lucha campesina hasta hacerla retroceder y derrotarla.
Hugo blanco fue víctima de una larga cacería, que
terminó con su encarcelamiento y condena a muerte. Una campaña
mundial del trotskismo pudo, finalmente salvarle la vida y lograr
años después su amnistía.
Inmediatamente
después de producido el asalto Moreno ayudó a la fuga
y el ocultamiento de Pereyra y los demás camaradas, logrando
que salieran de Lima. Pero luego fueron apresados, encarcelados
y ferozmente torturados. Moreno, acusado por la burguesía
de ser el organizador del asalto, pudo esconderse en Bolivia. Allí
fue detenido y posterior-mente liberado, aprovechando para organizar
la ayuda a Hugo Blanco. Regresó clandestinamente a Buenos
Aires, donde volvió a ser detenido. Luego de un año
de cárcel, la justicia argentina rechazó la extradición
pedida por el gobierno peruano.
En
ese momento se produjo la ruptura de otro dirigente argentino, Bengochea,
ganado también por las concepciones guerrilleras. Él
había sido enviado a Cuba junto a un grupo de militantes,
por la dirección del partido. Su delicada misión consistía
en tratar de lograr que Fidel Castro se decidiera, por fin, a apoyar
a Perú, organizando el rescate de Hugo Blanco del cerco represivo
que lo envolvía. Pero en Cuba fue ganado, también
él, por el castrismo. En vez de conseguir el apoyo de Fidel
Castro a Perú, se quedó en la Isla, recibiendo entrenamiento
militar.
Regresó,
en 1963, a Buenos Aires, para irse del partido y organizar la guerrilla
en el norte argentino. Así lo hizo, pero unos meses después
de la división, él y su grupo perecieron trágicamente
al estallar la residencia, en la calle Posadas del barrio norte
de la Capital, donde habían instalado un arsenal.
La
ruptura y muerte de Bengochea y el encarcelamiento de Hugo Blanco
fueron los primeros, de numerosos, grandes tributos que Moreno y
su partido pagaron a la terrible presión de los métodos
y la política castrista, que mandaron al exterminio a tantos
revolucionarios.
Moreno
polemizó con los escritos del Che Guevara. El trabajo titulado
Dos métodos frente a la revolución latinoamericana
es una de las mayores contribuciones del trotskismo, deslindando
terreno con el foquismo.
En
la Cuarta Internacional
Como había ocurrido diez años antes con los estados
obreros del este de Europa, Cuba provocó que una mayoría
de los trotskistas reconociera a la Revolución Cubana y una
minoría, sectariamente, la ignorara. La mayoría se
reunificó en 1963, rompiendo las anteriores fracciones y
formando el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional (SU).
Pablo y Posadas se habían retirado y al frente de esa corriente
estaban Mandel, Maitán, Frank y otros.
Moreno
se sumó un año después. Si bien consideraba
que la reunificación era progresiva, pues reagrupaba a la
mayoría del trotskismo para apoyar a la Revolución
Cubana, alertó sobre el peligro de que ahora se produjera
una capitulación al castrismo, como antes había ocurrido
con el estalinismo. Desgraciadamente, así fue.
La
mayoría del SU no tardó en dar para Latinoamérica
la desastrosa orientación de que los trotskistas centraran
su actividad en el campesinado y la guerrilla rural. Más
tarde la cambiaron por la orientación de hacer guerrilla
urbana. Es decir, se plegaron total-mente al castrismo. Comenzó,
entonces, una fortísima discusión, encabezada por
Moreno.
Como
saldo de esa lucha, Moreno escribiría su obra Un documento
escandaloso, aparecida en 1974. El libro, que polemiza con
Mandel, es un resumen de las diferencias con el guerrillerismo y
el ultraizquierdismo y una guía para la construcción
del partido. Conocido como "El morenazo", el texto fue
estudiado por cuadros trotskistas en todo el mundo y dio la base
teórica, política y metodológica para la construcción
de la fuerte corriente trotskista mundial, que Moreno pasaría
a encabezar.
El
PST
El partido argentino quedó golpeado por las rupturas hacia
el guerrillerismo. Además, en 1966, el golpe militar de Onganía
lo había forzado a replegarse hacia la clandestinidad. En
esas condiciones, Moreno volvió a hacer lo de siempre. Había
escuchado en la cárcel peruana que la policía empleaba
el término "peinar" para designar la búsqueda,
casa por casa, de activistas. Del mismo modo Moreno empujó
al partido a "peinar" las fábricas, en busca de
activistas, durante esos años de retroceso. Además,
muchos cuadros continuaron entrando a trabajar como obreros e hicieron
su experiencia de dirigentes fabriles. De este modo, el partido
se recompuso y, a fines de los años 60, estaba en buenas
condiciones para aprovechar las ocasiones que se le presentarían.
En
1968, se produjeron en Francia los acontecimientos conocidos como
el Mayo Francés, que permitió un gran salto a los
trotskistas, fundar la poderosa Liga Comunista Revolucionaria. De
estos hechos, Moreno sacó, entre otras, la conclusión
de que había que prestar preferente atención al movimiento
estudiantil, porque por allí vendría un ascenso y
avanzaría el partido. El partido concentró militantes
en las universidades y así estuvo listo para recibir el gran
auge de las luchas, primero estudiantiles y luego obreras, que se
produjeron. En 1969 estallaron una serie de semiinsurrecciones,
la mayor de las cuales fue El Cordobazo, que marcó el comienzo
del fin de la dictadura.
El
nuevo ascenso argentino sería, como dijo Moreno, "la
prueba de dos líneas". Antes del Cordobazo, el castrismo
y el mandelismo mandaron a los cuadros y al activismo a salir de
las fábricas y las universidades, para llevarlos al campo
a preparar la guerrilla rural. Moreno, en cambio, llamó a
concentrarse en el movimiento obrero y estudiantil, por donde iba
a venir y vino la lucha de masas. Después del Cordobazo,
el castrismo y el mandelismo mandaron a esconderse en la clandestinidad,
porque la dictadura iba a reprimir, y a preparar la guerrilla, ahora
urbana. Moreno, en cambio llamó a utilizar todos los resquicios
de libertades demo-cráticas, que la lucha de masas estaba
imponiendo.
Se
fundó así, en 1972, el Partido Socialista de los Trabajadores.
Después de conseguir 40.000 afiliaciones y la correspondiente
legalidad, en la segunda vuelta de las elecciones de 1973 el PST
alcanzó 180.000 votos, ocasión en que el PC y la guerrilla
llamaron a apoyar al peronismo. El PST inició el proceso
electoral como un partido prácticamente desconocido. Y salió
extendido a todo el país, con 50 locales y varios miles de
militantes, respetado por la clase obrera.
Años
decisivos
En 1974 el gobierno peronista organizó la asesina Triple
A y proliferaron los escuadrones de la muerte parapoliciales. Sus
tres primeros asesinados fueron los militantes del PST que, armas
en mano, defendían un local en la zona obrera del norte del
Gran Buenos Aires, de los ataques fascistas. Caerían muchos
más compañeros. Fue un golpe tras otro. El partido,
reconcentrándose en sus firmezas y tradiciones, homenajeó
y lloró a sus muertos queridos, en grandes actos públicos,
con dientes y puños apretados.
Moreno
sacó fuerzas de la flaqueza -su esposa Rita también
había fallecido, víctima del cáncer- y encaró
la tarea que se abría: la preparación del partido
para el pase a la clandestinidad. De ese modo, cuando la dictadura
genocida de Videla se instaló en el poder, en 1976, el PST
estaba en guardia: los militantes tenían casas seguras y
había tres aparatos de imprenta preparados para funcionar
aún bajo los militares.
El
PST perdió más de cien militantes y otros centenares
fueron detenidos y torturados. Decenas, pasaron años en la
cárcel. Entre ellos, José Francisco Páez, dirigente
obrero del Cordobazo. Pero el PST resistió y, cuando cayó
la dictadura, se hizo el partido más grande de la izquierda
argentina. Al mismo tiempo, sus cuadros dirigentes en el exilio
hicieron una contribución decisiva al crear una corriente
revolucionaria mundial.
Tiempo
de exilio
Moreno optó por establecerse en Colombia, pues allí
había entablado contacto con un grupo político -el
Bloque Socialista- formado por profesores universitarios y estudiantes,
de preponderante actuación en las luchas universitarias,
a fines de los años 60. Al mismo tiempo, más de un
centenar de cuadros del partido argentino se desplazaron a distintos
países para construir la corriente internacional, como parte
de esa misma política.
En
1976, Moreno fundó en Bogotá la Tendencia Bolchevique,
con-vertida dos años después en Fracción Bolchevique,
para disputar la conducción de la Cuarta. La FB de Moreno
agrupó a la gran mayoría de las fuerzas que, dentro
del SU, se habían opuesto a la desviación guerrillera
y ultraizquierdista, reunió alrededor de veinte partidos
y grupos, casi todos de Latinoamérica dónde se había
librado la crucial lucha contra e esas tendencias pero con cabezas
de puente abiertas en España, Italia, Suecia, Portugal, Alemania
y Grecia. Con la FB, Moreno comenzó a formar una dirección
internacional genuina, formada por compañeros de diversos
países. Esa incipiente dirección fue capaz de impulsar
exitosamente actividades internacionales centralizadas.
La
Brigada Simón Bolívar
La Revolución Nicaragüense produjo en 1979 un nuevo
sacudón. Otra vez un movimiento guerrillero, después
de luchar en forma aislada durante mucho tiempo, pasaba a dirigir
una insurrección de masas triunfante.
En
esta ocasión, Moreno no estaba desprevenido: había
aprendido de Cuba. Además contaba con la FB, que mostró
capacidad para intervenir. Moreno y la FB venían llamando
desde 1977 a apoyar la lucha del sandinismo. En Nicaragua no existía
prácticamente el trotskismo. Con gran audacia, Moreno propuso
entonces formar una brigada internacional de combatientes, rescatando
el ejemplo de los voluntarios que habían combatido en la
Guerra Civil Española. Se trataba ahora de sumarse a la lucha
armada contra Somoza, bajo el mando militar del sandinismo. Así
nació la Brigada Simón Bolívar.
El
19 de julio de 1979, la Brigada entró triunfalmente a Managua,
recibida por el pueblo y por el sandinismo. Los sandinistas no quisieron
seguir profundizando la revolución. No repitieron lo de Castro
y el Ché, cuando veinte años antes expropiaron a la
burguesía y buscaron extender la revolución, sino
que aceptaron el consejo del Castro de entonces: pactar con la burguesía
y el imperialismo.
Para
los sandinistas, la Brigada cometió el pecado trotskista
de llamar a que se avance al socialismo, de haber organizado más
de 80 sindicatos en pocos días y de haber impulsado el armamento
obrero y popular. Los brigadistas fueron detenidos, puestos en un
avión y entregados a la policía panameña.
La
mayoría del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional,
que no apoyó al sandinismo cuando luchaba contra Somoza,
hizo después lo de siempre: cuando triunfó corrió
a echarse a sus pies. Se sumó al coro burgués que
aplaudió la expulsión de los brigadistas.
Moreno
y la FB tomaron la decisión de romper con el SU. Después
de la Brigada y de la ruptura con el SU, la FB siguió extendiéndose.
Desplazó al SU de toda Latinoamérica, con excepción
de México, se implantó en Nicaragua y en toda Centroamérica,
gracias a algunos brigadistas que habían provenido de Los
Ángeles, se fundó la sección norteamericana.
La
LIT Y el MAS
Para Moreno era imperioso fundar una organización mundial
centralizada. La Liga Internacional de los Trabajadores (Cuarta
Internacional) se fundó en Bogotá, en enero de 1982.
En la fundación participaron, además de las fuerzas
de la ex-Fracción Bolchevique, dos partidos trotskistas fuertes
de Perú y Venezuela, y el pequeño pero importante
grupo de trotskistas norteamericanos.
Moreno
veía a la LIT (CI) como "un lugar de defensa y crecimiento
del trotskismo". Para él, la "larga marcha"
de la Cuarta Internacional, desde 1948 en adelante, había
permitido un vasto avance del trotskismo en todo el mundo. A pesar
de sus errores y de su desviación revisionista, fue la única
corriente política mundial que dio respuestas marxistas correctas
a los nuevos fenómenos de la lucha de clases.
La
fundación de la LIT (CI) volvió a confirmar lo que
Moreno había visto antes muchas otras veces: que el trotskismo
no puede lograr ningún triunfo nacional importante si no
es parte de una organización internacional, por débil
que ésta sea.
De
vuelta a casa
El general argentino Leop oldo Fortunato Galtieri, jamás
pensó que su decisión de enviar al ejército
para recuperar las Islas Malvinas, ese 2 de abril de 1982, iba a
desencadenar una guerra con el imperialismo anglo-yanqui, provocar
el alzamiento del pueblo y los trabajadores argentinos, la caída
de la dictadura y desatar una movilización continental antiimperialista.
Moreno
en Bogotá y el PST en Buenos Aires, trazaron la línea:
había que estar en la misma trinchera que el dictador Galtieri,
contra el imperialismo, sin abandonar la lucha por derribar a los
militares. El PST se puso a la vanguardia de las movilizaciones
revolucionarias de esos días. Paralelamente, la LIT (CI)
promovió la movilización antiimperialista en el continente
entero.
En
julio de 1982 Moreno partió a la Argentina y posteriormente
lo hizo toda la dirección internacional y los militantes
argentinos en el exilio. De este modo comenzaron los 5 años
finales de Moreno, en los que su corazón fue cediendo en
proporción a los avances del MAS y de la LIT (CI).
Moreno
definió la situación diciendo que una revolución
democrática había derribado a la dictadura, abriendo
las compuertas para la revolución socialista. A su juicio,
tres consignas serían el eje de la revolución argentina:
juicio y castigo a los responsables del genocidio, asamblea constituyente
y una tercera, que él fue el primero en plantear y que en
ese momento parecía delirante, el no pago de la deuda externa.
El movimiento de masas latinoamericano la tomaría un poco
más adelante.
Lo
que más alegraba a Moreno era el proceso de crisis del peronismo
y de la burocracia sindical. "Cuando estalle -decía-
entraremos de lleno en la etapa de construcción de un partido
con influencia de masas." Con esa idea, Moreno revolucionó
al PST, lo empujó a salir de la clan-destinidad orientándolo
a utilizar los márgenes legales y llegar a grandes capas
de trabajadores. El PST se transformó en el Movimiento al
Socialismo (MAS) a escasos tres meses del arribo de Moreno, y encaró
la campaña electoral con el estilo partidario característico:
abriendo centenares de locales en los barrios populares de todo
el país.
Moreno
continuó la batalla empujando al partido a meterse en las
fábricas, donde estaba surgiendo una nueva dirección
sindical y política en lucha contra la burocracia sindical
peronista. También, para crear un polo fuerte que atrajera
a los trabajadores en crisis con el peronismo, Moreno propuso hacer
un frente de izquierda en las elecciones de 1985. Así nació
el acuerdo con el PC, que tomó el nombre de Frente del Pueblo.
Hacia
adentro del partido, Moreno combatió los métodos burocráticos
y administrativos dejados por la clandestinidad, tratando de restablecer
un régimen sano, empujó a que los militantes sean
verdaderos políticos y no, solamente, administradores. Su
obsesión en este tiempo fue lograr militantes políticos
apasionados por los acontecimientos revolucionarios del país
y del mundo, y capaces, por lo tanto, de ganarse a los trabajadores
del sindicato, el trabajo o el barrio.
Moreno
alcanzó a ver que su batalla lograba resultados inmensos,
convirtiendo al MAS en el mayor partido trotskista del mundo y en
la principal fuerza de izquierda de la Argentina.
En
el trabajo internacional, una vez instalado en Argentina, realizó
discusiones teóricas, colaboró con las orientaciones
políticas de todas las secciones nacionales, editó
la revista Correo Internacional y construyó un equipo
de dirección internacional.
Fue
uno de sus períodos de mayor elaboración teórica,
pues comenzó a sistematizar sus reflexiones acerca de los
problemas planteados en la posguerra y no resueltos por Trotsky.
Una pequeña muestra de sus trabajos finales es el folleto
Las Revoluciones del Siglo XX.
Nahuel
Moreno murió el 25 de enero de 1987.