En estos meses una
de las noticias más importantes ha sido
la determinación de las grandes potencias en el mundo para que
Irán, un pequeño país pobre y subdesarrollado,
no desarrolle un programa nuclear. El Consejo de Seguridad de la ONU
aprobó en marzo una resolución que impone sanciones (tímidas;
los poderosos de hoy ya no lo son tanto) para que la antigua Persia
detenga sus planes. Además, E.U ha amenazado a Irán con atacarlo militarmente
si persiste en su voluntad. Consideramos que es poco probable que el
imperio americano cumpla su amenaza, pero lo que nos interesa aquí es
resaltar la “hipocresía nuclear” de Washington, como dice la
escritora conservadora Frida Berrigan, investigadora asociada en la
New School.
“EEUU no sólo está fortaleciendo su ejército
en general, sino que está incluso planeando una modernización
de su arsenal nuclear. La hipocresía de la administración
Bush dificulta mucho más cualquier resolución del conflicto
con Irán”, dice, y agrega que:
“La nueva ronda de frotarse las manos y ruido de sables sobre el incipiente
pero preocupante programa nuclear de Irán viene justo unas semanas
después de que Bush anunciara su nuevo presupuesto, que incluía miles
de millones para desarrollo de armas nucleares . El presupuesto
para nuevas cabezas nucleares es grande y está creciendo; incluso
si se compara con cifras de la Guerra Fría.”
Añade que “para revitalizar las armas nucleares es vital el
programa Complex 2030, un programa costoso, ilegal y peligroso dirigido
a reconstruir las instalaciones nucleares con 50n años de antigüedad.”
Calcula que “el Complex 2030 requeriría una inversión
de capital de 150.000 millones de dólares y lo califica de “ilegal” porque
promete un “regreso al ciclo de diseño, desarrollo y producción
de armas nucleares de la Guerra Fría, corre el riesgo de la
vuelta a los ensayos nucleares bajo tierra, y requeriría la
creación anual de cientos de nuevas minas de plutonio (el núcleo
fisionable de las armas nucleares). Estos planes contradicen directamente
las promesas del tratado de EEUU en 1968 de negociar hacia un desarme
general y completo”.
Explica que el Complex es peligroso
porque “cada paso que los Estados
Unidos dan para alejarse del consenso internacional sobre la ilegalidad
e inmoralidad de las armas nucleares es un nuevo incentivo y justificación
para que otros países busquen y blandan armas nucleares. En
un informe de 2006, la independiente Comisión sobre Armas de
Destrucción Masiva estimó la oscura probabilidad de diez
nuevas potencias nucleares en la próxima década. A finales
de enero, el Bulletin of the Atomic Scientists avanzó la manecilla
de su reloj del Fin del Mundo hasta cinco minutos antes de la media
noche nuclear, en parte como resultado del “renovado énfasis
de E.U en la utilidad militar de las armas nucleares”.
Doña Frida concluye que “la contradicción entre lo que
la administración le exige a Teherán y a otras potencias,
y las capacidades que está buscando para su propio arsenal,
son provocativas y peligrosas; una perniciosa forma de hipocresía
nuclear.”
“Dick Cheney tiene razón –dice-; un Irán con armas nucleares
no es una perspectiva halagüeña y debemos hacer algo. Pero
la opción más efectiva es la más difícil
de digerir. Bajo el Tratado de No
Proliferación, los Estados Unidos contrajeron un ‘compromiso
inequívoco' destinado a ‘eliminar' su arsenal de armas nucleares.
Hacer honor a esa obligación, y animar a otros Estados nucleares
declarados o sin declarar a hacer lo propio, echaría por tierra
los argumentos de Teherán sobre por qué son necesarias
las armas nucleares. Ah, y de paso, haría que el mundo se sintiera
mucho más seguro”, concluye.
El pequeño problema -le decimos aquí a Frida Berrigan-,
es que mientras E.U siga acrecentando su armamento nuclear, e Israel,
a unos pocos kilómetros de Irán, haga lo mismo, entonces
Irán tiene todo el derecho de hacer lo mismo que ellos, es decir,
de tener armas nucleares. ( Cuauhtémoc Ruiz .) |