Ya
casi nadie se atreve a leer a Marx
Héctor Malavé Gamboa
Pluma
3- Verano 2006
Recientemente
la prestigiada revista liberal inglesa The economist hizo una encuesta
para saber entre su público lector ¿Quién era
el filósofo más importante de la historia? La sorpresa
fue menuda cuando el sondeo indicó que más allá
de Kant, Hume y Adam Smith se encontraba la macabra sombra de Carlos
Marx. La revista inglesa no creyendo los resultados modificó
sus preguntas, amplió el número de encuestados, pero
el resultado seguía siendo el mismo. Carlos Marx era el filósofo
más popular para una gran cantidad de personas. Lo peor es
quizá que la paranoia de la famosa publicación llegó
al extremo de no darse por vencida, y buscó nuevas maneras
de modificar sus encuestas para que Marx no quede como la figura
más importante entre los filósofos de la historia.
Muchos vieron en estos resultados un resurgimiento de las ideas
marxistas en la sociedad. El más importante historiador inglés
de la actualidad, Eric Hobsbawn, marxista en cuanto a la interpretación
de la historia, celebre por su historia del siglo XX, mencionó
al respecto: "Marx predijo de modo certero el fenómeno
de la globalización, y sus efectos lo sienten cada vez más,
tanto los países ricos como los países pobres".
Hasta
cierto punto este texto se arriesga a mil cosas: que pueda ser superficial,
que Diálogos postmodernos menos se aproxime a la beca Edmundo
Valadés, y que ahora sí se conceptualice lo que escribo
como una deformación del marxismo. Mas considero que es una
responsabilidad de todo marxista escribir alguna vez sobre las ideas
del propio Marx.
Marx,
pasado de moda (1)
La
gran mayoría de los marxistas de los noventa vieron como
un alivio a las teorías de Carlos Marx la caída del
bloque comunista. Se pensó que con esto resurgiría
una reflexión más profunda del socialismo; y que al
fin Marx se libraba de los lastres ideológicos que la Unión
Soviética le había impuesto. Tal fue el caso de Ernesto
Laclau, como lo declararía en el prólogo de su libro
Hegemonía y estrategia socialista -reimpreso en el 2002-
argumentando que las ideas revolucionarias madurarían. Sucedió
lo contrario. Muchos dijeron muertos los conceptos de análisis
marxistas y por lo tanto su fin. A continuación hago un listado
fúnebre de términos marxistas que entraron en decadencia:
la lucha de clases; la plusvalía; la base económica
de la sociedad; el determinismo social sobre la voluntad individual;
las formas socialistas de organización pública; el
concepto de Estado como herramienta de presión de la burguesía,
la función de la clase obrera dentro de la sociedad, la lucha
entre trabajo y capital; la polarización del mundo entre
los ricos y pobres; la alienación; la ideología liberal;
la fetichización de las mercancías; la formación
social; el modo de producción; el análisis estructural
de la sociedad; el determinismo histórico; la revolución
como explosión social ante las necesidades; etc. Que no son
más que el esfuerzo de analizar el concepto más importante
dentro de los estudios marxistas, el capital y su forma de organización
social: el capitalismo, y desde luego su manera política
de representarse en la sociedad: el liberalismo y sus transformaciones
(neoliberalismo).
El
gran clásico de todos los tiempos producto de la mente descomunal
del genio Marx, perfiló todas sus baterías intelectuales
en el poderoso libro inconcluso El capital. El análisis va
directo al meollo del asunto: qué es lo que produce la riqueza
de las naciones y a la vez tanta pobreza. La respuesta fue la siguiente:
el sobrante no pagado a los trabajadores y como consecuencia inmediata:
la explotación (producto natural renovable) del hombre por
el hombre. La organización política sobre la mayoría
de la sociedad en términos de explotación es lo que
produce el capital, y esta política es el liberalismo. La
no explotación, y el sentido auténtico del trabajo
en que el hombre pueda ser dueño de su fuerza de trabajo,
sin más dirección que una democracia participativa;
en donde el hombre con su trabajo cobre sentido su existencia, haciendo
lo que sabe hacer, y generando una distribución dinámica
y revolucionaria para el bien social, fue el reto del socialismo
científico, algo que Marx apenas y dio nociones (hasta cierto
punto el socialismo primitivo, cristiano y el utópico tuvieron
una intención similar pero ilusa según Marx).
Resuelto
el problema del capital nace el segundo problema de cómo
se organiza el capital en la sociedad. De ahí surgieron arsenales
de conceptos del propio Marx y los marxistas del siglo XX. O lo
que es lo mismo, cómo se organiza la explotación social
en la forma de capital. Y cómo es que el capital producido
por el trabajador se vuelve contra el trabajador mismo. Dentro del
capitalismo esta forma es muy interesante porque -según muchos
teóricos marxistas- aunque la explotación dañe
físicamente al hombre, éste mismo la defiende. Muchas
respuestas nacieron de diversas escuelas marxistas: la pérdida
de la voluntad, la represión de Estado, la ideología
pública, en fin varios factores que se estudiaron a fondo.
Desde luego los conceptos sociales siempre tuvieron como eje la
explotación social. Por tal razón los conceptos dan
la impresión de ser estrategias militares, conceptos éticos,
o términos desesperanzadores. Conocido es para muchos el
debate entre estructuralistas y teóricos críticos
sobre el tema de la falsa conciencia.
Cuatro
ramas del campo marxista
Todo
el edificio moderno impulsado por las tres revoluciones industriales
es producto de la explotación del capital y del trabajo no
pagado al obrero en tiempo sobrante. La economía oficial
cuya ciencia radica en administrar, crecer y reproducir el capital
trata de ocultar que la gran riqueza nace de la explotación
laboral. De acuerdo con estas líneas generales bien podemos
resumir cuatro ramas importantes dentro del vasto campo marxista:
un programa ético que nace con el objetivo de disminuir lo
más posible la explotación humana. Que no es otra
cosa que robarle la creatividad del individuo y convertirla en una
mercancía rentable. Matando en todo caso el talento individual
y la capacidad de oponerse ante un sistema inteligentemente diseñado
con el paso de los procesos históricos. Un programa científico
que radica en analizar con nuevos conceptos la realidad abstracta,
que es el fenómeno global del capitalismo -la globalización
no sorprende a los marxistas-. Un programa político fundamentado
con alternativas democráticas: modelos que desarrollen organizaciones
más humanas y que combatan la agresividad del sistema social:
mass media, el sistema burocrático, la ignorancia pública,
el aislamiento individual, la muerte del sujeto, la pasividad constante,
la linealidad de objetivos, la cosificación social e individual,
la carencia de conciencia crítica. Fenómenos individuales
que en todo caso rebasan los males políticos. Y por supuesto
un modelo económico social basado en la mejor distribución
de la riqueza: en donde el valor sustituya al precio.
De acuerdo con la exposición anterior, de lo que creo son
los cuatro programas generales dentro del marxismo (ético,
científico y el político-económico), emergió
la idea de un socialismo científico (véase Del socialismo
utópico al socialismo científico) que planteó
Engels. Hasta cierto punto el marxismo desde un ángulo bastante
hegeliano, fue el programa más alto de reflexión que
siempre ha sido la constante en la tónica del hombre: la
búsqueda de una sociedad más adecuada para la especie
humana. Muchos críticos refutaron siempre ésta pretensión
por una y mil razones; sin embargo a pesar de que dentro de la necesidad
de organizar a los humanos existen y han existido ciertos parámetros
que se repiten - como liderazgo, jerarquías, especialización
del trabajo- también es posible construir modelos de organización
que capaciten a los individuos a una toma de iniciativas. Voluntades
prácticas que tengan por principio una inteligencia particular
mediada por un diálogo auténtico que plantee en última
instancia un objetivo social para un medio. El socialismo si bien
es cierto es una noción bastante ambiciosa, es posible de
realizarse. Por lo menos en eso era en lo que Marx confiaba y nunca
lo pudo observar como fenómeno social concreto.
Entendamos
bien esto: Marx planteó como hipótesis la posibilidad
que dentro del capitalismo industrial nacería en la clase
obrera una energía que modificaría el modo de producción
capitalista por uno más justo, y que al final brindaría
una menor desigualdad social. En todo caso la clase obrera ocuparía
el lugar de la fuerza social cambiante para toda la sociedad y no
sería el último resultado de la sociedad socialista,
valga la redundancia. Cuando Lenin imprime el sello de dictadura
del proletariado más lo debemos leer como un hecho contextual
en donde se necesitaba plantear un concepto bastante rígido.
Los problemas que pasó el movimiento obrero ruso hasta la
revolución de 1917 convirtieron a Lenin en un líder
que expresó durante su lucha un sin fin de estrategias políticas
que lo obligaron a adoptar posturas mecánicas. El bloque
comunista ruso durante sus años de vida imprimió la
idea de que el socialismo tenía que ser sinónimo de
clase trabajadora.
El
socialismo exige diálogo
Mas
en un principio el socialismo en sus diferentes modificaciones prácticas
(cristiano o francés) fue siempre un comportamiento humano
y ético. Por tal motivo, y esto es mío, sólo
se alcanza con una madurez y alta comprensión social, por
eso se requiere de una tremenda fuerza de diálogo, de comunicación,
que tenga que realizarse primero o por lo menos juegue un papel
muy destacado. En todo caso, el cristianismo y sus conceptos místicos
en el primer siglo manejaron una idea social basada en la moral;
si hacemos referencia a la Comuna de París, su socialismo
fue más político; el soviético fue más
económico; y posiblemente los experimentos comunales contempo-ráneos
aunque son pequeños núcleos nacen de ciertas identidades
y formas de dialogo. Por tal motivo la idea socialista planteada
por Marx no pecó de acientífica porque es una posibilidad
que se realizó y se llevó a cabo en la Unión
Soviética como proyecto ilustrado. Aun así las posibilidades
de realización socialista necesitaban de una comprensión
social más acabada, se requiere de más historia, pienso.
La clase obrera en términos de concepción dialéctica
fue siempre un concepto muy lineal. La idea del destino histórico
simplemente fue una magia dentro del marxismo, el destino como concepto
fue más una carga helénica que una realidad.
Uno
de los puntos más claros e interesantes dentro de las ideas
que Marx estudió en El capital, es que el liberalismo además
de ser un concepto, también es una organización de
producción que es histórica. Lo cual significa que
tiene que desaparecer en algún momento de su ciclo. Marx
observó los grandes periodos económicos del capital
y sus crisis recurrentes. En "La lucha de clases en Francia"
y El dieciocho Brumario Luis Bonaparte analizó la revolución
fallida de 1848. Y aunque no dudo que fueron estudios históricos
muy penetrantes y llenos de la ironía recurrente clásica
de Marx, no son grandes libros de la ciencia histórica alemana,
como los de Ranke, Mommsen, entre otros historiadores alemanes de
la época. Lo significativo es lo siguiente: a diferencia
de los análisis eruditos que gozan de un gran planteamiento
metodológico, Marx no buscaba hacer una fotografía
del pasado. La historia hasta antes de él era un estudio
científico del pasado, y aunque hizo uso de la historia como
pasado, me refiero a encontrar las perlas del tiempo social -las
claves del desarrollo histórico, leyes en cierto sentido-,
todo su estudio recaía en esas claves y no en la historia
por la historia misma. Por eso descubrió que los grandes
procesos políticos franceses tenían en última
instancia por qués económicos. La historia con Marx
cobró un sentido fuera del tiempo, de ahí lo original.
Explicaba el comportamiento de los hombres. Cuando éstos
pensaban que se comportaban por su voluntad en realidad actuaban
por motivos macroeconómicos que podían ser estudiados
y determinados, qué gran giro para la historia. De ahí
que La lucha de clases en Francia explique cómo un ciclo
desastroso de la economía francesa en el siglo XIX haya provocado
los movimientos sociales obreros. Y cuando la economía burguesa
se recuperó en los años cincuenta del siglo diecinueve,
los movimientos de los trabajadores vinieron a menos. En la observación
del fenómeno económico surgió la idea marxista
de relacionar el estudio del capitalismo y sus ciclos con los reflejos
de la vida política, de ahí nació la ciencia
marxista (materialismo histórico y la economía política).
Pero
quizás Marx se "entorpeció" con tantos descubrimientos
que tuvo la necesidad de articularlos todos en un sistema poderoso,
pero que corría el riesgo de convertirse en un dogma, no
para él sino para sus discípulos. El viejo filósofo
tuvo la oportunidad de ver su escuela y con razón declararía
en su momento que nunca fue marxista.
Hasta
ahora, tenemos muchas variables sueltas pero quiero hacer énfasis
en dos. Una, la realidad histórica del capitalismo; y dos,
la búsqueda de perlas en la historia que expliquen los procesos
sociales con base en una idea general de la subestimada lógica
hegeliana.
Francis
Fukuyama no sin intención planteó el fin de la historia.
Sencillamente significaba que el capitalismo era el último
ciclo económico de la humanidad, no tendría más
cambios que los operados por las políticas de bienestar social
del neoliberalismo, y de organización democrática
y legislativa en el mundo. El tiempo haría su trabajo y las
democracias occidentales perfecciona-rían los males del capitalismo,
la pobreza, el desempleo, la conta-minación. A colación
me viene a la mente lo que mencionó uno de los últimos
marxistas originales, Heinz Dietrich Steffan, recordando que los
verdaderos males de capitalismo son: el hambre, la dominación,
y las guerras; que traducidos significan pobreza, control político-tecnológico
e intervensionismo militar sobre los países no alineados.
La
mercancía y la explotación oculta
Cuando
Marx inicia su estudio inductivo de las mercancías llegó
a una concatenación de resultados sor-prendentes que sobrepasarían
lo meramente económico. Ligó de inmediato la producción
mercantil con la fuerza de trabajo operada por un sujeto social.
Pero a la vez observó su tremenda complejidad, desde la elaboración
de bienes de consumo (prehistoria), hasta la mercancía (mercantilismo),
y luego en dinero como fin de la sociedad liberal. En esos tres
tiempos sin ir a las fuentes arqueológicas llegó a
conclusiones que explicaban la producción en las antiguas
sociedades: las sociedades monásticas y modernas hasta la
gran industria. El resultado de la transición histórica
de la economía humana, desde satisfacer las necesidades básicas,
el comercio mercantil, la explotación directa, hasta la explotación
oculta, es la concentración de la riqueza social y la enorme
producción de mercancías con base en una tremenda
maquinaria sofisticada cada vez más elaborada con el paso
del gran avance tecnológico.
En
El capital toda la filosofía hegeliana cobra un fino sentido,
aunque el legado más puro de los misterios hegelianos, la
dialéctica o la lógica del proceso de cambio, que
va más allá de la vulgar y mecánica interpre-tación
hegeliana (de tres ciclos), es un exquisito juego de lenguaje escasamente
estudiado. La lógica no es de aplicación social en
un primer sentido, aunque eso no quiere decir que tenga correspon-dencia
exclusiva con la filosofía general de la historia de las
sociedades. La lógica del devenir tiene una mayor aplicación
o por lo menos para Marx sí lo tuvo. En la interpretación
de las lecturas teóricas fue un arma de exploración
conceptual, lingüística, una hermenéutica de
la cosa. Por ejemplo del concepto de mercancía acuñó
su contrario que la disolvió en el concepto dinero. Y aunque
el dinero se convierte en mercancía, el primero es un salto
de cantidad a calidad. Y el dinero se convierte en mercancía
de acumulación, de circulación, de valor (cambio)
y movilidad social. Y mientras mejor se desarrolla adquiere formas
cada vez más abstractas ya no sólo en oro y metales,
sino también en interpretaciones monetarias de papel, activos,
pagarés (tarjetas crediticias). En el caso de la explotación
laboral -analizada posteriormente por Marx- nacería de la
organización privada de la economía, del desarrollo
legislativo de la propiedad privada, entre otras cosas hasta llegar
al plusvalor. Desde luego, lo que menciono es solamente un ejemplo
del gran maestro de la dialéctica aplicada, no a la economía,
o la historia, como ciencias generales, sino a la exposición
rigurosa de los planteamientos del lenguaje. Y es en lo que quiero
hacer énfasis, la verdadera teoría de la historia
está en la aplicación de una herramienta lógica
para encontrar perlas en el proceso social. Y no en las mascadas
teorías lógicas para interpretar el pasado, incluyendo
el materialismo histórico.
Una
lógica de la historia
En
el libro Miseria de la filosofía, Marx hizo explícito
a Proudhon su rechazo a su socialismo moral. Pero más que
eso su titular era un punto de lenguaje en donde hacía uso
de la dialéctica formal. Muchos vieron en esto, la ironía
de un filósofo que se siente superior porque va más
allá en términos teóricos que su contemporáneo
el filósofo francés. La clásica ironía
de Marx está precisamente en su exposición dialéctica
del lenguaje. Mientras otros filósofos de su tiempo observaban
un fin, por ejemplo el dinero, él observaba que este término
- o sujeto- tenía un predicado que lo negaba, y que podía
ser superior, lo transformaba. Un concepto transformante que tenía
toda una base en fuentes, pero en donde éstas eran sólo
una herramienta técnica menor. En este sentido, lo histórico
de los conceptos radica en un tipo de lógica hegeliana, más
que en una comunicación de lo que "es" de tipo
kantiano. La exposición de la práctica (más
que una moral) va a la actividad de los hombres mismos. La mercancía
como concepto engloba su negación que es el dinero, pero
que en última instancia son procesos en la vida de los hombres
(teoría y praxis). Como el lenguaje se sostiene por la actividad
humana Marx lo rastreó por medio de la dialéctica
formal y pudo llegar a la prehistoria de la producción partiendo
del capitalismo del siglo XIX. Fue un historiador que inició
del presente al pasado y no a la inversa. A partir de conceptos
generales y materiales presentes dentro del capitalismo como lo
es la mercancía, un postulado verdadero, lo convirtió
en un descubrimiento exploratorio que devino en valor. Y este a
su vez en una biporalidad, por ejemplo: valor de uso y de cambio,
el consumo y el circulante, el trabajo y la fuerza de trabajo, la
energía y la renovación de energía biológica,
la alimentación y el hambre, y la forma de cómo ganarse
el alimento. En fin, ningún concepto es permanente, todos
tienen una negación que profundiza la problemática.
Marx por medio de una lógica en su aplicación de lenguaje
llegó a conclusiones históricas. Cuando nadie utilizaba
la lógica en la ciencia de la historia fue el primero en
usarla. Cuando muchos historiadores investigaban el pasado con fuentes,
metodologías racionales con una visión temporal del
proceso social (inicio, principio, fin), él usa un lenguaje
de exploración científico: una lógica de la
historia.
Entonces
el concepto capitalismo cobra su forma lógica general. Para
fines de descubrimiento es un término deductivo que partió
del concepto de mercancía. Bajo el enunciado: el capitalismo
es la reproducción de la mercancía en un proceso de
organización laboral privada. Mercancía ya no es capitalismo,
se convierte en otra cosa. Cuando el predicado se transforma en
sujeto la percepción de sujeto se modifica y la mercancía
ahora es un artículo de consumo que es susceptible de cambio.
La construcción de El capital, sobre todo en el primer tomo,
tiene mucho que ver con esta idea. Althusser intentó por
todos los medios negar el historicismo marxista, mas el fracaso
del pensador francés estructuralista consistió en
nunca dar claves históricas, aunque hubiese predicado conceptos
esquemáticos muy válidos, pero considero que cerrados.
La
búsqueda de la verdad
El
objetivo principal de la vida personal de Marx fue la búsqueda
de la verdad, y la encontró en la herramienta dialéctica
de la lógica hegeliana. La ciencia kantiana partiendo de
lo que es olvido lo que no es. Mucha de la ciencia de siglo XX precisó
lo que es en su lógica, aunque utilizase herramientas experimentales
de transformación. Sin embargo así se olvidó
la praxis del hombre en el mundo, o en este caso de todos los sujetos
en el proceso de construcción de hombre. Y que más
allá de toda la humanidad siempre transforma en cantidad
lo que hace, hasta acumularla y disminuirla en un proceso de calidad.
De esta manera, también se olvidó del proceso ético
de la sociedad que todo lo transformado no debe retenerse sino enriquecer
en lo otro.
El
ser es el más universal de los conceptos y a su vez el más
misterioso dice Heidegger, toda filosofía parte del ser y
toda lógica también. Todo objeto "es" pero
la pregunta sobre el ser tiene una respuesta metafísica.
Entraña su negación, lo que no es, y necesariamente
todo lo que no es del ser no es una nada sino otra cosa. Ex nihil
nihilo de la nada no pude salir la nada, ésta es la sentencia
de Lucrecio, discípulo de Epicúreo. No sin razón
la tesis doctoral de Marx parte de esta reflexión materialista.
Para Hegel todo lo que es o todo objeto lleva implícito su
no ser. En términos de enunciado esto es comprensible, pero
en términos prácticos no. Por ejemplo, un simple libro,
significa un ser. Para la dialéctica vulgar su no ser es
el que sufre un proceso de autodestrucción y reciclaje. Y
sin embargo no es tan así, desde luego no se niega el proceso
de transformación inorgánico, pero es más que
eso, el libro es también un espacio de reflexión.
Un concepto así niega al libro y lo expande en posibilidades.
El libro es un conjunto de ideas escritas, ésta es otra definición
un tanto más cerrada. El libro es una mercancía de
una empresa editorial es otra connotación. Dentro del proceso
histórico todo lo que existe es una transformación
humana, muy mundana y tiene una razón histórica y
una reflexión de contexto, y de porqué esta hecho.
La percepción marxista no arraigaba conceptos de posibilidades,
más bien le daba una dirección a la lógica
dialéctica, de ahí nació la derivación
marxista de la dialéctica hegeliana y la Historia. Todo lo
que existe, existe, porque antes negó la otra cosa y la superó.
En el ejemplo del libro se pueden notar variaciones en su definición,
pero con la que me inclino es con la que se refiere a que el libro
es un espacio de reflexión. De esta manera, existe un cambio
de calidad. La idea del libro como espacio más abierto es
una idea de mayor alcance conceptual. En ésta interviene
la voluntad práctica del sujeto. Si no fuera así,
el libro sería una mercancía de una empresa editorial
o un objeto más que sufre un proceso de natural descomposición,
convirtiéndose en una dialéctica mecánica.
Un
análisis para la transformación
Si
el capitalismo y el liberalismo son conceptos históricos,
necesariamente el capitalismo tiene que dar un salto de calidad,
negarse así mismo en un proceso de mejoría y no de
autodestrucción. Esta idea que el capitalismo llegue a un
final porque es una actividad productiva humana, histórica,
fue el dardo envenenado del rechazo a las ideas de Marx. Los estudios
de sociológicos marxistas observaron más los movimientos
del capitalismo antes que observar su final. En tanto que otros
lo estudiaron para la práctica revolucionaria.
Sin
embargo muchas ideas quedaron sin acabar, la dialéctica hegeliana
siguió siendo una lógica inconclusa. Faltaron conceptos
estáticos que equilibraran el concepto del devenir. Así
tomó Marx la dialéctica y la llevó al estudio
de la práctica a lo social, y no como Hegel, a la respuesta
sobre el ser. Los malos marxistas, generalmente los académicos,
usaron los conceptos de Marx como crítica del liberalismo
y no para negarlos y enriquecerlos en términos de conceptos
de análisis históricos. El marxismo fue una veta de
análisis de transformación y nunca de dogma.
El
punto en el caso de Marx historiador fue siempre esa búsqueda
del motor de la historia -la lucha de clases-. Fue simplemente un
descubrimiento básico de las revoluciones sociales. Pero
qué hace diferente este concepto a otros que intervienen
en el proceso de la historia, que también motivan cambios
-guerras, etc.-, simplemente que no fue un proceso sólo observado
sino también pensando con lógica; y en todo caso susceptible
de encontrar cosas nuevas. El concepto de luchas de clases devino
de la idea de explotación y de plusvalor. Fue un descubrimiento,
y no nada más una exposición de hechos históricos.
Por eso El capital de Carlos Marx es un libro clásico, lleno
de verdades. Y no es casual que ahora nadie se atreva a leer a Marx
porque simplemente pocos lo leyeron, y los que sí lo leyeron
a conciencia se convirtieron en marxistas.
* El autor es director de la revista Diálogos Postmodernos.
(1)Los subtítulos son de la Redacción.
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