Los
bolcheviques, retratados por Trotsky
Trotsky,
que conocía bien a estos hombres y llevó su mismo tipo
de vida, a pesar de no ser bolchevique aún, escribió respecto
a ellos: "La juventud de la generación revolucionaria coincidía
con la del movimiento obrero. Era el momento de los hombres de 18 a
30 años. Los revolucionarios de mayor edad eran contados con
los dedos de la mano y parecían ancianos. El movimiento desconocía
por completo el arribismo, se nutría de su fe en el futuro y
su espíritu de sacrificio. No existía rutina alguna,
ni fórmulas convencionales, ni gestos teatrales, ni procedimientos
retóricos. El patetismo que empezaba surgir era tímido
y torpe. Incluso palabras como 'comité' y 'partido', resultaban
nuevas aún, conservando su aureola y despertando en los jóvenes
unas resonancias vibrantes y conmovedoras. El que ingresaba en la organización
sabía que la prisión y la deportación le esperaban
dentro de unos meses. El pundonor del militante se cifraba en resistir
el mayor tiempo sin ser detenido, en comportarse dignamente ante la
policía, en secundar cuanto se pudiese a los compañeros
detenidos, en leer el mayor número de libros posible en la cárcel,
en evadirse cuanto antes de la deportación para ir al extranjero
y hacer allí provisión de conocimientos, con el fin de
volver y reanudar el trabajo revolucionario. Los revolucionarios creían
en aquello que enseñaban, ninguna otra razón podría
haberlos llevado, de no ser así, a emprender su vía crucis."
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